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La tribuna de Viva Sevilla

Los que no tienen premio

Siempre la sensación ha sido de pobreza, de estar en un edificio en obras o cuya obra no ha sido aún terminada.

En estos días tenemos la ocasión de disfrutar en la Plaza del Triunfo de la exhibición de lo más granado que ha producido la arquitectura en Sevilla y su provincia durante el lustro 2011-2015, bajo el patrocinio del Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla en su XV Semana de la Arquitectura, con sus premios COAS 2016 en distintas categorías.


Si acudimos a la categoría de Rehabilitación, Restauración y Arquitectura interior de promoción privada, el premio lo ha conseguido un arquitecto-estrella de la Junta de Andalucía por su obra en una casa de la calle de Alemanes, 13, mientras que dentro de los de promoción pública el accésit lo obtiene otro que lleva camino de ser también estrella con la “Protección de la excavación arqueológica del Patio de Banderas”, o sea, la famosa cripta. ¿Nos preguntamos quizá qué arquitecto estrella obtendrá su premio de Rehabilitación en la próxima convocatoria si los hados no nos son propicios y los jueces no tuercen sus veredictos?


Sin embargo, hay otros arquitectos que se quedaron sin premio dentro de la Categoría de Rehabilitación, Restauración y Arquitectura interior de promoción pública. Entre estos se cuentan los que trabajaron en un “Espacio de arte contemporáneo en un antiguo convento”, c/Madre de Dios, 1, Sevilla.


El convento no es otro que el convento de monjas dominicas de Madre de Dios (Incluido dentro del Conjunto Histórico de Sevilla, D. 27/8/64; Monumento histórico BOE: 28/7/71), fundado por Isabel la Católica en las casas de un poderoso miembro de la judería sevillana, que tiene por centro su hermoso claustro, y fue anteriormente Facultad de Medicina, luego Escuela de Comercio y, finalmente, sede del Cicus, tras desecharse un interesante proyecto que iba a convertir el edificio en residencia de la tercera edad para todo el personal de la Universidad de Sevilla.


Ya conocíamos esta “intervención” que consiste en dejar tal como estaba el espacio en cuestión, es decir, sin rehabilitar ni restaurar, para entendernos. Pues así se explicaba y justificaba hace dos años en la muestra “Nuevo espacio de creación y exposición en el Cicus” en sus paneles, esquemas y maquetas: “El proyecto interpreta el edificio donde se inserta como un contexto continuamente alterado a lo largo de los siglos, un espacio cambiante producto de las transformaciones sucedidas en el tiempo…

Así un espacio de exposición contemporáneo no puede proyectarse como un espacio estático donde los artistas muestren su obra replicando la antigua relación fondo-figura como el soporte expositivo, sino que la arquitectura no debiera ser del todo conclusiva… Se propone una infraestructura más que una intervención, un lugar versátil y reversible que permita atender a las necesidades actuales e imprevisibles y cambiantes de un espacio como éste donde cualquier elemento puede ser apoyado, colgado o clavado en la pared, suelo y techo…”.


Confieso que he contemplado ya varias exposiciones en dicho espacio y siempre la sensación ha sido de pobreza, de estar en un edificio en obras o cuya obra no ha sido aún terminada. Con todo respeto a esta pareja de arquitectos, su proyecto es un camelo, un chasco, una burla. Ciertamente, no han tenido ni tendrán nunca ningún premio.

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