Un centenar de madres y padres del CEIP Fuente Nueva de San Pedro Alcántara ha querido denunciar públicamente la “desesperación” que viven ante la “mala calidad” del servicio de comedor de sus hijos. “Según nos cuentan los niños la comida es escasa y sin sabor. Además, hemos visto cómo han tirado cajas de frutas que estaban en mal estado”, asegura una de las madres de este centro a Viva Málaga.
Este servicio, ofrecido por el catering Perea Rojas, de Alhaurín de la Torre, les cuesta a las familias del centro 88 euros al mes, es decir, el menú diario ronda los 4,4 euros. Según una de las madres del centro, que no ha querido dar su nombre, y admite que la situación es “insufrible”, ya han mantenido reuniones con la empresa adjudicataria y la dirección del colegio. “Ellos nos dicen que pasan todos los controles de calidad, pero nuestros niños se ponen malos con gastroenteritis y no sabemos si es por lo que comen”, detalla.
Asimismo, cuenta que ha bajado la cantidad de menores, que van desde los 3 a los 11 años, que hacen uso de este comedor, “desde 200 a 80”, aproximadamente, “que hacen uso de los dos turnos de comedor”. “Lo que más nos duele es haber visto durante el mes de diciembre que han compartido un yogur entre dos o salchichas entre tres niños”, dice.
Por su parte, asegura que ha puesto una denuncia ante el Defensor del Menor, y desde la dirección del centro han escrito informes detallando la situación a la Junta de Andalucía. “Nos han dicho que la Junta ya les ha llamado la atención, pero vienen las inspecciones y dicen que está todo perfecto”.
El catering se defiende
Por su parte, el catering se ha defendido de todas las acusaciones vertidas, que aseguran que “hacen mucho daño”.
Un trabajador de Perea Rojas, que tampoco ha querido facilitar su nombre, asegura que trabajan con 200 colegios y que “no hemos tenido ninguna incidencia”.
Según este empleado, la empresa de catering trabaja con la línea de frío, que asegura que es “la forma más segura desde el punto de vista alimentario porque se mantiene la cadena de frío hasta que se consume el alimento. Evidentemente no es comida recién hecha, comida casera, porque se hace en cocinas industriales”. Además, detalla que son “intermediarios entre la administración y los padres”.
En cuanto al tiempo de preparación de la comida, afirma que usan datos de vida útil, y que "dura hasta siete u ocho días, pero le damos una caducidad máxima de cinco días. En algunos casos se elabora con dos o tres días de antelación, menos las ensaladas, por ejemplo, que se envían con las verduras crudas y allí se higienizan y se hacen en el momento". En cuanto al mal sabor, este empleado explica que, "es comida para niños, por lo que no usamos potenciadores de sabor, sal, grasas, etc. No podemos comparar un puchero que se hace en casa con el que se hace para niños en edad escolar. Hay garantía 100% de que la comida está en buen estado, ya que pasamos controles analíticos, inspecciones sanitarias, etc. Si hubiera alguna irregularidad, la Junta no estaría trabajando con nosotros", defiende.
Por otro lado, afirma que cumplen todos los requisitos exigidos por la Junta y recogidos en el Plan Evacole, de la Consejería de Sanidad y la de Educación, que marca las pautas según edades y necesidades de cada edad. Por último, asegura que han facilitado a los padres que acudan al comedor para degustar la comida de sus hijos "y no hay mayor prueba para ellos que eso".
En el punto de mira
No es la primera vez que la sombra se cierne sobre esta empresa. En noviembre de 2015, la Xunta de Galicia prescindió de sus servicios ante la aparición de comida en mal estado. Incluso el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, pidió disculpas públicamente por el servicio que esta empresa, y Col Servicol, también de Alhaurín de la Torre, estaban ofreciendo en 27 comedores escolares gallegos, por lo que decidió rescindir sus contratos.
Asimismo, a principios del curso de 2017 y de vuelta a Marbella, los padres de los colegios públicos Pinolivo y Xarblanca, pusieron el grito en el cielo, ya que la empresa no entregó dos días los menús especiales para los menores alérgicos o intolerantes. El catering echó balones fuera asegurando que el centro no había enviado el listado con los menores intolerantes, a lo que los padres alegaron que ya habían tenido que entregar este informe a la concesionaria.