El pasado 4 de enero, el colectivo de presos de ETA convocó a los más de 700 reclusos de la banda terrorista a una campaña de protesta que incluía encierros en las celdas, ayunos e interrupción de las comunicaciones telefónicas, en protesta por la “cruenta” política penitenciaria de España y Francia.
Las mismas fuentes han explicado que en cada prisión, ETA ha establecido un “comité” liderado por un recluso de la banda encargado de fijar el calendario y el ritmo de las acciones.
El grado de implicación de cada uno de los “cabecillas” con las tesis oficiales de la banda terrorista, determina el éxito de las protestas, que han sido secundadas en mayor o menor medida en todas las cárceles, salvo en la de Zuera (Zaragoza), donde Interior ha trasladado a los presos más críticos con la dirección etarra.
La semana pasada, las protestas se limitaron a permanecer en la celda durante todo el día sin salir al patio, más conocido como txapeo en la jerga carcelaria, aunque el seguimiento fue dispar, y en algunos casos testimonial. El portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, fue uno de los que siguió las protestas.