El presidente de China, Xi Jinping, ha ordenado este domingo el lanzamiento de un control de seguridad en el sector industrial del país tras la muerte de 52 personas a consecuencia de la explosión registrada en un oleoducto de la ciudad de Qingdao (este).
"El accidente ha hecho sonar una vez más las alarmas. La seguridad de la producción ha de ser garantizada. De lo contrario, habrá pérdidas irremediables para el país y para la población", ha valorado, según ha informado la agencia china de noticias Xinhua.
"Debe ponerse en marcha un control de seguridad a gran escala (...) en el que los inspectores profundicen en los lugares de producción de forma anónima y por sorpresa", ha agregado. Por último, ha ofrecido sus condolencias a los familiares de las víctimas y ha deseado una pronta recuperación a los heridos.
La deflagración se produjo a las 10.30 horas del viernes (4.30 hora peninsular española) mientras un grupo de trabajadores intentaba reparar fugas en el oleoducto subterráneo de la compañía estatal Sinopec.
La explosión provocó un enorme socavón en una autopista y una fuga de petróleo en el puerto de Qingdao. Varios testigos afirmaron que la ciudad sufrió un apagón de unas dos horas después de la explosión.
Qingdao es uno de los mayores terminales de importación de crudo de China que abastece a dos importantes refinerías, Sinopec-Qingdao y Sinopec Qilu Petroquímicos, y a otras más pequeñas e independientes. El oleoducto afectado conecta Huangdao con la ciudad de Weifang, ambas en la provincia de Shandong, en el este del país.
