El domingo, al poco de levantar la Copa de España en Granada el Jaén Paraíso Interior, sobre las tablas del Darymelia la chirigota del Pitufo se sacó de la manga un cuplé y de lo más recóndito del tipo, las bufandas amarillas con el escudo del equipo, para cantar la gesta que por tercera vez ha conseguido el equipo de esta ciudad.
El teatro explotaba en aplausos ante la genialidad de incluir en el repertorio, de forma exprés, el éxito del Jaén Fútbol Sala. En idéntico sentido, la otra chirigota de la capital
“La vin con Olivín” el sábado también consiguió poner en pie el patio de butacas cantándole a Jaén, sus cosas, sus personajes, su idiosincrasia y la vida cotidiana de una ciudad que igual que genera titulares sorprendentes en la prensa, proporciona argumentos para las letras de carnaval.
Y lo triste es que lo que siempre fue norma, se ha convertido en excepción. En el carnaval de Jaén se le canta muy poquito a Jaén. Aunque haya honrosas excepciones de agrupaciones provinciales – Úbeda o Linares por ejemplo- que traen consigo una letra donde se reivindica, se ensalza o se critica lo que da de sí un año entero viviendo en Jaén, ni siquiera algunas agrupaciones de la capital le cantan a su ciudad.
Vienen al Darymelia muchas agrupaciones foráneas, con un repertorio genérico, le dan brillantez al carnaval con sus voces, con sus tipos y la genialidad del talento silencioso que se esconde en el trabajo de un año entero para sacar una agrupación a la calle. Y todo ello tiene un mérito enorme que no discuto, porque lo reconozco y valoro.
Pero inevitablemente en cada noche de carnaval me siento a esperar algo que llega casi a cuentagotas: cantarle a Jaén desde el corazón, poniéndole el alma en cada cuarteta. Que se nos salten las lágrimas de emoción cuando a esta tierra se le canta bonito en un pasodoble, o llorar de risa cuando se le saca punta a los recovecos de esta ciudad en un cuplé que radiografíe la forma de ser y de sentir de la gente de Jaén.
Porque Jaén, en carnaval da para mucho, y el carnaval es una forma de cantar lo que todo un año da de sí en esta ciudad que perdió el Colce, que ha implantado Medicina en la UJA, que tiene un equipo de fútbol con cien años de historia, otro que consigue lo increíble en el fútbol sala y un montón de gente esperando volver a beber la cerveza que lleva la imagen del castillo que se alumbra cada noche desde lo alto del cerro que nos preside.