Marca el calendario la fecha del 12 de octubre como especial. Por muchos motivos. De un lado el Pilar, día grande en Aragón. Onomástica para las mujeres que tienen la dicha de llamarse así. Día intenso y señalado para nuestras fuerzas armadas. Y a nivel global, el día en que España trasciende sus fronteras territoriales y se extiende especialmente hacia el continente americano recordando que es mucho lo que nos une a pesar de la inmensa distancia que nos separa, celebrando la Hispanidad como vínculo entre pueblos a un lado y otro del Atlántico a través de una misma raíz que tiene su razón de ser en nuestro país, su historia y legado.
Nos hermana una misma lengua, y esa comunicación hace fácil entendernos al otro lado del mundo. Quien haya pisado suelo latinoamericano habrá sentido cierta sensación de confianza. Quien haya visitado el puerto de Palos de la Frontera habrá sentido admiración por aquella hazaña que lograron los españoles de la España de entonces siguiendo los pasos de Colón.
Por alguna razón, no se ha perpetuado el recuerdo de aquellos que habiendo nacido en esta tierra del alto Guadalquivir, navegaron por sus aguas hasta llegar al Nuevo Mundo. Es triste que apenas nada se sepa en este tiempo de jiennenses tales como Bernabé Cobo, Diego de Nicuesa, el Capitán Aldana o Diego Palomino, fundador de la ciudad peruana de Jaén en Cajamarca. Hombres y nombres claves en parte del germen y devenir de América latina cuyos méritos la historia ha minimizado y casi sepultado, cosa que no se termina de entender porque mientras Bernabé Cobo legó para la posteridad una extensa producción literaria y divulgativa, a Diego de Nicuesa se atribuye haber llevado a tierra americana la primera guitarra española, de la que luego nacerían y derivarían el resto de instrumentos de cuerda que conforman el rico folklore latinoamericana.
Y de Sudamérica a Norteamérica, resulta casi menos conocido aún el influjo español en los Estados Unidos, donde grandes ciudades fueron bautizadas en castellano y así se siguen pronunciando. San Diego, San Francisco o Los Ángeles son prueba de ello. Esta última fue fundada por un jiennense de Bailén al que aquí prácticamente ni conocemos porque hasta hace poco ni se le recordaba: Felipe de Neve Padilla.
Con los ojos de hoy, cuesta imaginarse a un jiennense al frente de la segunda ciudad más importante de Estados Unidos, sin olvidar que fue también fundador de otras tantas ciudades dentro del mismo territorio y todas ellas bajo el denominador común de ser bautizadas en torno al santoral como San José o Santa Barbara.
El próximo año se cumplirá el tercer centenario de su nacimiento. Quizás sea el momento para reivindicar y divulgar en Jaén la figura de un jiennense que durante largo tiempo ha estado oculto en el ostracismo de la memoria.
