Se encaramó el morrongo por encima de las tejas de una casa de la calle Martínez Molina, y al parecer, no supo deshacer el camino andado. O retroceder sobre lo trepado. Y allí ha permanecido largo tiempo siendo posible que aún se encuentre en todo lo alto, entre prisionero de su propio miedo, mansurrón o esquivo, temerario o vacilón, fugitivo o aventurero en una ruta por los tejados del viejo Jaén. ¿Quién sabe?
Pero el caso es que un gato, por hacer lo que hace un gato, ha traído en jaque al vecindario, al cuerpo de Bomberos, a la Policía Local, a un concejal y finalmente a los funcionarios de Instrucción Nº 1 porque hubo quien interpretó que se producía una presunta omisión del deber de socorro por parte de la Policía Local al desentenderse del felino que se había encaramado a lo alto del tejado y al Juzgado se fue a denunciar lo que el Código Penal no contempla ni la Ley que existe a tal efecto en el ámbito andaluz, no recoge. Porque los animales, son imprevisibles, por mucho que se legisle presuponiendo situaciones y comportamientos de los humanos hacia ellos.
Desconocemos si esto acabará generando jurisprudencia gatuna. Lo que sí está claro es que en un año en el que la Justicia se ha visto sometida a idas y venidas, interrupciones y bloqueos, desbarajustes de todo tipo, un colapso y un retraso descomunal, sumado a una caída de reputación a ojos de toda la sociedad, acudir a denunciar semejante hecho, es de tener muy poco talento cuando ni siquiera la Ley que supuestamente se aplica en estos casos, puede hacer nada.
En este año que se está acabando, la Justicia de este país no está para muchos caprichos. Ni las sedes judiciales de la Avenida Ejército Español tienen mejor cosa que gastar tiempo y folios en tramitar un expediente judicial porque a alguien se le ocurra interponer una denuncia por algo que no deja de ser aquello que siempre cantamos de niños y hasta Los Sabandeños lo tienen grabado en un disco y lo cantan, a ritmo de alegre pasacalles “
Estaba el Señor Don Gato/ sentadito en su tejado/ marramiau, miau, miau/ sentadito en su tejado”. Pues eso.