Salvador Guarecuco falleció el 13 de febrero de 2019. Muy querido por su vecindad como maestro de varias generaciones, era una de las voces señeras y valoradas del folclore en todo el estado de Falcón. Bien agarrado a su guitarra hasta el último día, autor e intérprete “inmortalizado en salves, merengues, parrandas y rancheras”, como reseñan los obituarios, su voz se fue apagando, sin embargo, desde la muerte de Liz en accidente de tráfico en 2003, una de sus cinco hijos, y, nueve años después, cuando le dejó su compañera, Kike. La pena se instaló en sus letras. Y aún padeció, golpe definitivo, la salida de Venezuela de otros dos de sus vástagos a los que extrañó hasta su muerte y que no pudieron regresar para el funeral. “Los únicos momentos que detienen mi llanto es cuando están ustedes, pero al pasar el tiempo vuelve la soledad”, cantaba.
Luz se instaló en Chile; Salvador, que comparte nombre con su padre, en España. Abogado, recaló en Jerez para estudiar un máster en Sistema Penal y Criminalidad y otro en Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria en la Universidad de Cádiz. Pero su marcha también le salvó de perder el segundo derecho fundamental, la libertad: Salvador estaba entonces, hace dos años, en el punto de mira del régimen socialista. Su actividad al frente de una ONG que investigaba los lazos con el narcotráfico del magistrado Maikel Moreno, azote de la oposición a la Revolución Bolivariana, le valió la imputación de un delito de vilipendio y obstrucción a la Justicia. “Fue el primer aviso. Lo siguiente de lo que me acusarían sería de traición a la patria”, relata. Solo había dos opciones: la cárcel o el exilio.
A su llegada trabó amistad con Yéssika Quintero, presidenta de la Asociación de Venezolanos en Jerez. Yéssica ofrece en la entidad, desde hace quince años, ayuda para la tramitación de documentación, tanto de residencia como de asilo, es una mano amiga para facilitar la integración y mantiene viva la llama de la esperanza en la restauración de la democracia en su país. Ambos coinciden, palabra por palabra, en que Juan Guaidó, “el presidente legítimo”, recalcan, es el adecuado para llevar a cabo la transición. “No pude ir a recibir al presidente encargado a la Puerta del Sol”, lamenta Yéssica, pero, señala a Salvador, “Salvador, sí estuvo”. Y los dos mantienen contacto con el equipo del presidente de la Asamblea Nacional. Este sábado se reunieron con el representante de la Embajada en Andalucía. No bajan la guardia. Militan por la libertad. Especialmente ahora, con Unidas Podemos en el Gobierno. “A Pablo Iglesias y Juan Carlos Monederos no nos lo presentó Eduardo Inda, los vimos primero en televisión allá, fueron los ideólogos del chavismo”, remarca, y censura el episodio entre el ministro José Luis Ábalos y la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez. “Demuestra que los tentáculos del poder corrupto de Maduro alcanzan hasta las fronteras de la Unión Europea”, subraya Yéssica.
Confían en que habrá una rectificación y que España liderará la oposición internacional a Maduro. Y avisan sobre cómo se ha llegado al caos. Primero fue el populismo, desatado por el turbulento clima político por la corrupción de los dos partidos tradicionales. Después, el discurso del odio, el adoctrinamiento y el miedo: proclamas contra el imperialismo permanentemente en televisión, en cada comunidad, barrio a barrio, palizas por llevar la camiseta con el rostro de un líder opositor y la inclusión en listas negras, como le sucedió a la presidenta de la Asociación de Venezolanos de Jerez. Luego, prosiguen, la modificación de la Constitución en 2002 para que Hugo Chávez permaneciera en el poder de manera ilimitada, el desastre de la nacionalización de la petrolera y el derrumbe de la economía.
“El éxodo comenzó ahí”, explican. En la provincia, según los datos oficiales de censo, la población de venezolanos se ha multiplicado por diez desde el año 2002, con unos 580. Pero son más, asegura Yéssica, por la doble nacionalidad y los no inscritos aquí por la movilidad geográfica en España. “Ahora simple y llanamente Venezuela es un narcoestado, un régimen delincuente contra el que es muy complicado combatir”, agrega Salvador. Pero, remarcan, Hugo Chávez llegó al poder porque ganó unas elecciones, haciendo bueno aquello que el maestro de la propaganda nazi, Goebbels, decía: “Lo chistoso de la democracia es que ha dado a sus mayores enemigos las armas para destruirla”. El principio de la democracia militante, como escribe el profesor de Filosofía Omri Boehm, es impedir ese chiste. En eso están Yéssica y Salvador. También desde la provincia.
"No somos un pueblo triste"
“Venezuela no es un pueblo inmigrante ni tampoco es un pueblo triste”, afirma Yéssica Quintero. Pero la tiranía bolivariana ha obligado a que salgan del país diez millones de ciudadanos desde el año 1999 y se ha cobrado más vidas que la guerra de Siria. Ante esta situación, y sin abandonar la reivindicación, la asociación que preside Yéssica quiere contagiar amor y disfrutar de los ritmos de su tierra con Jerez. Así que el día 15 han organizado una fiesta (todos los detalles se pueden consultar en su página de Facebook,
Venezolanos en Jerez), que ya tuvo una primera edición esta Navidad, cuando celebraron un ‘gaitazo’, algo muy parecido a la zambomba tradicional con ritmos caribeños.