La Sanidad Militar en España tiene a su ciudado con datos del año 2010 a un colectivo de 632.702 personas, de las cuales 380.736 son titulares (243.053 cotizantes y 137.683 no cotizantes) y 251.966 beneficarios. Para más abundar, el colectivo acogido en ese año era de 386.832 hombres y 245.870 mujeres.
Hay que tener en cuenta que el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (Isfas)atiende tanto al personal militar en activo como a sus familiares o asimilados, siempre que reúnan los requisitos de convivencia, dependencia económica y no pertenencia a otro Régimen de Seguridad Social.
Con esa cantidad de personas a su cargo, es de suponer que la red de hospitales del Ministerio de Defensa no debería de haber desaparecido gradualmente desde que a primeros de siglo comenzaron a adelgazar las instalaciones traspasándolas a la sanidad civil en algunas comunidades autónomas, en tanto en otras se mantenían los hospitales militares por seguir teniendo la categoría de estratégicos.
La percepción cambia cuando se analiza qué es lo que ha ocurrido desde que el Ministerio de Defensa comenzara a poner en práctica la reforma de la Sanidad Militar mediante la Directiva 197/1998, para su adaptación a un ejército profesional y a las normativas que imperan en otros países de la OTAN. Esa reforma ha cambiado el panorama que existía en los años 80 del siglo pasado, cuando en España estaban a disposición de las Fuerzas Armadas y sus familiares alrededor de 14.000 camas hospitalarias, pasando a los aproximadamente 2.000 que existen en la actualidad. Y en proceso de disminución.
Hasta ahí no es más que la consecuencia lógica de una ecuación lógica. El volumen de un ejército profesional como el actual no tiene nada que ver con el que existía cuando el servicio militar obligatorio tenía a su cuidado a varios cientos de miles de soldados y marineros. El problema es cómo se ha hecho y las consecuencias que lo que han hecho ha tenido, está teniendo y seguirá causando estragos en la Sanidad Militar.
La reforma de la Sanidad Militar, a la vista de las circunstancias actuales y sobre los testimonios de altos cargos de las Fuerzas Armadas, estaba pensada tanto desde criterios economicistas como operativos, pero finalmente sólo se pusieron sobre la mesa los primeros, en tanto que los segundos están dejando ver las consecuencias diariamente hasta un punto que se considera alarmantemente peligroso para la integridad de los soldados en misiones que puedan revestir peligro.
La estrategia
La línea de actuación que se ha seguido en estos años por parte del Ministerio de Defensa -resulta curioso que algunos políticos reprochen en estos días la concertación de camas del Servicio Andaluz de Salud (SAS) en la provincia, aunque sea reprochable- se ha basado simple y llanamente en la externalización de los servicios médicos y hospitalarios del personal acogido a la Sanidad Militar, hasta prácticamente dejar sin contenido las pocas instalaciones que le quedan a Defensa.
Los datos que arroja la memoria del Instituto Social de las Fuerzas Armadas correspondiente al año 2010 señalan que de los 632.707 beneficiarios de la Sanidad Militar, 564.020 son atendidos por dos mutuas españolas. De ellos, 356.804 por Adeslas y 207.216 por Asisa.
Existían en el año 2009 otras tres mutuas dentro del sistema de Defensa, pero han desaparecido en los datos de 2010, aunque de todas formas los servicios que prestaban eran minoritarios con respecto a las dos grandes.
El resto del personal beneficiario de la Sanidad Militar está distribuido entre las otras dos opciones que se ofertaban desde primeros de este siglo. Esto es, integrarse en los servicios de salud de las distintas comunidades autonomas, como el resto de civiles, o bien mantenerse en la Sanidad Militar. Entre los primeros hay 37.882 y otros 30.555 en la segunda. Para redondear las cifras, hay 545 personas en un apartado denominado “sin adscripción”.
Obviamente y al igual que ocurre con la concertación de camas por parte de la Junta de Andalucía, que es el caso, debe costar más barata la externalización de servicios que el mantenimiento de los mismos en el sistema público para que entre dentro de la lógica. La de los números del Ministerio de Defensa debe cumplir los requisitos fundamentales, a tenor de la ampliación del convenio de Defensa con las mutuas hasta el año 2013.
Según los datos recabados por este periódico, el Isfas paga en el año 2012 a la entidad en cuestión 85 euros por mes por cada beneficiario protegido que tuviese 70 o más años de edad.
Esa cantidad baja a 68,23 euros por mes por cada beneficiario protegido que fuese menor de 70 años y mayor de 60 años de edad y la cantidad sigue bajando a 57,76 euros por mes, por cada beneficiario protegido que fuese menor de 60 años de edad. Hay que tener en cuenta que esos son precios base y que pueden ampliarse con otros conceptos.
Traspaso fácil
Obviamente al Isfas no le costó mucho tiempo convencer a los beneficiarios de la Sanidad Militar de las excelencias de las mutuas contratadas, y prueba de ello es que el traspaso se hizo en un tiempo récord.
Además de las consultas sin masificar de estas grandes compañías, en los casos de hospitalización no tiene nada que ver la habitación compartida con otros pacientes del Sistema Andaluz de Salud con las de las clínicas privadas, unipersonales con cama para el acompañante y en los casos de servicios de Pediatria, con cama y manutención para el familiar que se queda con el niño. Entre otras muchas ventajas.
Sin embargo, esa era una parte de la estrategia para racionalizar los recursos. La segunda parte era no desprenderse de todos los recursos, que era lo que contemplaba el Plan Malta, dado que el personal médico militar necesitaba realizar prácticas en hospitales, tanto para mantener y ampliar sus conocimientos como para formarse.
Eso no se ha podido hacer totalmente ni mediante la cesión de hospitales a la Sanidad Pública, que ha puestos en los establecimientos a su personal, ni mediante el uso compartido de hospitales a través de conciertos con las comunidades autónomas, y centrando la cuestión en la provincia de Cádiz y más concretamente en San Fernando, los resultados son los que son.
La caótica gestión de la Sanidad Militar tiene su reflejo en San Fernando en el Hospital General de la Defensa, donde la primera parte del plan funcionó correctamente, pero no la segunda como lo demuestran dos datos numéricos fundamentales.
El primero es el de la utilización del hospital, 46 camas utilizadas de 255 y el de la plantilla de personal que sigue siendo la misma porque esa plantilla es uno de los grandes problemas de las dos partes que pudieran solucionar algo.
La segunda es cómo el Ministerio de Defensa ha vaciado de contenido el Hospital Naval con la externalización de servicios, precisamente en la provincia con uno de los centros territoriales del Isfas con más beneficiarios, un total de 47.118 a finales de 2010. O sea, para mantener el centro hospitalario funcionando a revienta calderas si no fuera porque más del 90 por ciento de los beneficiarios de la Sanidad Militar están en las compañías privadas a las que paga mensual y religiosamente el Ministerio de Defensa.
De esa forma se cae por su propio peso el argumento que viene utilizando el Partido Popular para que la Junta “apueste por lo público” haciéndose cargo del Hospital General de la Defensa, con la plantilla incluida.
“Apostar por lo público” también debería de suponer un esfuerzo para el Ministerio de Defensa, disminuyendo la externalización de servicios a la vez que la Junta disminuye la concertación de camas a favor de San Carlos.
La plataforma
Así, aunque con otras palabras, lo ha entendido la Plataforma por el uso compartido del Hospital San Carlos que defiende la ampliación del convenio actual con el SAS como “única forma realista” de afrontar el mantenimiento del hospital y su uso civil en este momento tan complicado en términos económicos en que ninguna administración sola puede hacerle frente.
"Por eso, es lo que desde un principio ha defendido. En ese sentido se ha manifestado reiteradas veces, y así se le ha expuesto también, una vez más a los representantes del PSOE tras su visita institucional a las instalaciones del Hospital de San Carlos", dice en un comunicado.
“Desde la transparencia de lo que la realidad hace patente a la vista, no queda otra cosa que reconocer la aberración que supondría prescindir del hospital”.
"Pensamos que no sólo es posible el entendimiento de las partes, sino necesario, imprescindible, y obligado, y que el momento para reclamarlo es ahora. En circunstancias económicas como las que padecemos es más necesario que nunca poner en valor lo que tenemos y proceder a una verdadera racionalización de recursos de los que se disponen".
La plataforma entiende que "ahora, más que nunca, los esfuerzos hay que compartirlos solidariamente, optimizando los servicios públicos. Este debe el principio que debe prevalecer en la negociación de la ampliación de este convenio: contribuir ambas administraciones al funcionamiento de las estructuras y cumplir los compromisos adquiridos con los vecinos para mejorar los servicios asistenciales y sanitarios en San Fernando y la Bahía de Cádiz".
Considera necesaria la voluntad política del SAS y del Ministerio de Defensa para trabajar en positivo, negociar con espíritu constructivo, sin posiciones inamovibles, escuchando a las partes. "Los ciudadanos no debemos permitir batallas institucionales, ni ejercicios de confrontación con la pretensión de descargarse de las responsabilidades que les son propias: la de Defensa sobre el mantenimiento del hospital abierto y la de la Junta sobre la mejora de los servicios en materia de salud".
No hay médicos para atender las misiones internacionales
El fracaso de la política de racionalización del sistema sanitario del Ministerio de Defensa no tiene consecuencias sólo a nivel local. Antes bien, el problema del Hospital de San Carlos es una gota de agua en la vía abierta en la proa de la Sanidad Militar que está teniendo graves problemas para atender sus propias necesidades en las misiones internacionales, esas mismas en las que la Sanidad Militar española siempre se presentó como vanguardista.
El general del Ejército Juan Antonio García González señala en un artículo que la situación es previsible que empeore de forma sustancial a corto y medio plazo. El número de aspirantes a ingreso en el Cuerpo en los últimos cinco años es insignificante, por no decir casi nulo y muchos oficiales médicos, que en un 50 por ciento tienen una edad media superior a los 50 años, pasarán en un tiempo breve a la reserva.
Los motivos son muchos, pero principalmente la diferencia de sueldos entre la sanidad civil y la militar, lo que hace que el optar por la segunda sea una cuestión de vocación, lo que no abunda. Además de no tener dónde formarse.
De la misma manera se expresa Luis Alejandre, general de Ejército y ex Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra. “Decisiones políticas muy discutibles, contaminadas -en mi opinión- por la presión de una pujante medicina privada, desguazaron un prestigioso Servicio, vital para nuestras Fuerzas Armadas, vital para su proyección exterior. El mero hecho de que no dependan de la cadena de mandos militares, sino de la Subsecretaria del Departamento ya señala la dirección con la que se diseñó su desmantelamiento. Se tardaron pocos meses en destruir, incluso físicamente, un prestigioso Hospital del Aire, básico para el control de nuestros pilotos militares y civiles. Se cerraron hospitales que ya tenían convenios cerrados y eficaces con la Seguridad Social. Hoy, traumatólogos y cirujanos búlgaros atienden a nuestros soldados en Herat. Nuestros heridos más graves son evacuados a hospitales norteamericanos ubicados en Alemania”.
No hay médicos
La gravedad de estas palabras adquiere una dimensión mayor cuando se sabe la falta de ingresos de médicos en las academias militares. “La Sanidad Militar es un servicio fundamental no sólo para las Fuerzas Armadas sino para la Sociedad. Son una reserva hospitalaria imprescindible; deben formar a los mejores especialistas en traumatología, quemados y cirugía de guerra; apoyar a los formaciones sanitarias diseñadas para catástrofes; apoyar a nuestras tropas en el exterior”. Y de todo eso se adolece, cada vez más.
Ya en un sálvese el que pueda, hasta los Reservistas han recibido una carta del Subdelegado de Defensa consultando su disposición y voluntariedad para participar en misiones en el extranjero con el ruego de comunicar su conformidad.
Esa es la situación actual y de ella son culpables los dos grandes partidos políticos que han gobernado en España desde que se puso en marcha la reorganización de la Sanidad Militar. Pero si quieren mantener el tema en el ámbito estrictamente local, sólo tienen que preguntar en el Hospital de San Carlos si la situación se refleja también allí.