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San Fernando

La Isla de León, recreo de gaditanos adinerados pero nunca fue gaditana

Pasó a pertenecer a la Corona por decreto de Felipe V en 1729 y luego Villa de la Real Isla de León en 1766 pero nunca fue una pedanía.

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Conocido el proverbial localismo de los pueblos y ciudades de la Bahía, que anteponen su gentilicio al de la capital de la provincia -lo que no ocurre en todas las provincias- el historiador isleño Juan Torrejón Chaves puede dar a sus paisanos una agradable noticia que les hará más llevadero el pertenecer, aunque no lo nombren, a la provincia de Cádiz. O sea, ser gaditanos.

La Isla de León nunca ha pertenecido jurisdiccionalmente a Cádiz, la opulenta ciudad que en el siglo XVIII vivía todo su apogeo hasta el punto de que el Archivo de Indias se trasladara desde Sevilla a la tacita de plata. Entonces, más de oro que de plata a tenor de su comercio.

La Isla de León perteneció al duque de Arcos, Rodrígo Ponce de León, que la obtuvo en 1490 mediante permuta efectuada por Juan de Zuazo. Y dejando atrás todo ese tiempo hasta el siglo XVIII, el rey Felipe V la incorporó a la corona el 31 de mayo de 1729, por lo que el gobernador de Cádiz tomó posesión de ella en nombre del rey. Pero el gobernador de Cádiz no era, ni con mucho, el ayuntamiento de Cádiz.


Ese fue uno de los aspectos aclarados por Juan Torrejón en la conferencia impartida este jueves dentro de los actos del 250 aniversario de la Iglesia vaticana castrense de San Francisco, que por cierto comenzó siendo un hospicio-escuela, tuvo sus más y sus menos con los Padres Carmelitas Descalzos y finalmente se puso al servicio de la Marina, que fue la que construyó el templo ante la imposibilidad de los franciscanos de construirlo con sus propios medios. Y los medios de los franciscanos eran su trabajo y las limosnas.

Es verdad que La Isla era un magnífico lugar de recreo para la gente adinera de Cádiz, que intentaron impedir su crecimiento por todos los medios y sobre todo que no se convirtiera en villa. Algunos medios “desproporcionados”, decía Torrejón, basándose, como explican las actas del Ayuntamiento de Cádiz, en que no tenían jurisdicción sobre ella. O sea, que lo reconocían.

No se segregó
Ese es un factor importante para introducir un matiz en la conmemoración del nacimiento de la villa de la Real Isla de León. Algunos hablan de segregación de La Isla de su ayuntamiento matriz, un concepto erróneo porque nunca dependió de Cádiz y su nacimiento como villa corresponde a las consecuencias de un acto circunstancial y protocolario.

No obstante, el nacimiento de la villa se debe a otras intenciones de mucho mayor calado como era el establecimiento del Departamento Marítino fuera de Cádiz y elegirse, entre otros emplazamientos, la Isla de León.

La Real Isla de León pasó en tres años, pues, de ser un terreno de recreo de los gaditanos con posibles a ser una villa, sin ser pedanía de ninguna ciudad y a expensas del Gobernador de Cádiz dependiente de la corona.

Torrejón habló de Carlos III de forma holgada, recordando que era el rey al que más debía la ahora ciudad de San Fernando y sobre todo de lo que pudo ser la ciudad ilustrada más importante de España, “que era hablar de España y de sus Indias”, el imperio más grande de aquellos siglos: la población militar de San Carlos. Existe una maqueta sobre ese proyecto que muestra todo el esplendor que se le quería dar y que se quedó en una ínfima parte de lo que pudo ser.

De un hospicio a la iglesia castrense

Pero la conferencia estaba enmarcada en los 250 años de la iglesia de San Francisco y por eso aclaró Torrejón que en principio fue un hospicio en la calle Doctor Cellier, en abril de 1739 “que abandonaron por ruidoso y malsano”.

El 24 de marzo de 1745, los franciscanos tomaron posesión del hospicio-escuela de primeras letras construido a expensas de Manuel de Arriaga y María Ana de Arteaga y como se decía, al no poder sufragar la iglesia, fue la Marina la que lo hizo, siendo su primera ubicación en el pequeño oratorio del hospicio franciscano.

Fue entonces cuando se convirtió en iglesia castrense, un 26 de enero de 1765, un año antes de que la Real Isla de León antepusiera a su título su condición de Villa. Y otra anécdota del retraso con que se hacen las cosas en La Isla. La orden real de construir un Museo Naval se cumplió en 1992 dos siglos más tardes, gracias al capitán de navío Manuel Baturone Santiago, a la sazón, presentador del conferenciante en el acto del jueves.

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