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San Fernando

"Hay un mundo enorme, que no nos damos ni cuenta, en el grafeno"

"No me extrañaría que con grafeno se hagan las válvulas del corazón, las membranas para las lentes… para todo. Estamos trabajando en eso".

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Miles de operaciones de corazón; cientos de trasplantes; una vida dedicada a la investigación y una de las pocas personas que puede decir que al probar un nuevo material en un corazón enfermo, cuando abrieron de nuevo a los seis meses comprobaron que allí había “algo que no estaba antes”.

Una vida dedicada a la Medicina y muchas aportaciones fundamentales para mejorarla. Ahora ya no tiene ese trasiego...

–Lo más bonito que uno puede tener es tiempo. Ahora tengo tiempo para pensar. El día a día, el trabajo, yo he hecho miles de operaciones de corazón, cientos de trasplantes… el correr, ir de un lado para otro, conferencias…  Sigo trabajando en los laboratorios, en nuevos materiales, pero a veces me quedo en mi mesa de trabajo pensando y pensar es enriquecedor. Qué pena que la vida va tan rápida y al mismo tiempo tan ocupada que no nos permite pensar. Por eso creo que es un desperdicio tremendo, que otros países no lo hacen, que una persona cumple equis años y ya jubilado, te echan y toda esa experiencia que has ido acumulando a través de los años parece que no interesa. Y es cuando algunas veces puedes enriquecer el progreso, porque todo lo que hacemos nosotros son ladrillos que van formando un edificio y no se puede quitar el ladrillo de abajo porque está viejo. Lo que uno es, es fruto de muchísima gente que ha investigado antes que tú. Cuando reflexiono sobre esto lo primero que pienso es en lo que han hecho los demás.

Tengo la suerte de que ahora han descubierto nuevas moléculas, nuevos sistemas de nuevos materiales. En los años 80 yo descubrí un nuevo material que se estaba utilizando para zapatos deportivos o para ropa deportiva sobre todo de esquí, que no diera mucho calor pero al mismo tiempo abrigara bien. Yo me fui a Arizona y fue cuando me pregunté por qué el politetrafluoroetileno, conocido como Goretex, no lo podía poner yo en el corazón. Y lo utilicé por primera vez en el mundo, no sólo para sustituir cuerdas, sino también para cubrir el corazón con una membrana de Goretex.

Eso, que parecía una locura, lo empecé obviamente primero en animales de experimentación. Luego lo probamos en Houston, Tejas, y allí los norteamericanos fueron tremendamente receptivos, por que son receptivos a lo nuevo, te lo facilitan todo y empecé las primeras operaciones con nuevos materiales.

Ahora tengo la suerte, con la experiencia de los años y rodeado de gente valiosísima, de España, europeos… de empezar a buscar nuevos materiales para el corazón, pero ahora lo quiero buscar de otra manera, siguiendo la tecnología que tenemos, la tecnología no invasiva. Curar por medio de robótica, poder hacer cosas por medio de endoscopias.

¿Qué está haciendo ahora?

Intentar, a ver si podemos mediante spray, conseguir nanotubos de carbono que nos permiten de alguna manera la flexibilidad que tiene el corazón porque tiene que ir moviéndose, pero sin que se dilate, sin que se rompa, para cubrir una zona de infarto, una zona de un aneurisma de la aorta ascendente… Estamos en un proceso todavía un poco inicial pero ya utilizándolo y mirando qué se puede hacer y contactando qué es lo que se está haciendo por ahí.

Cuando yo empecé con el politetrafluoroetileno expandido no se había hecho nunca en el mundo y tuve la suerte de ser el primero en hacerlo y ahora sé que solamente en Harvard están probando con plantas este tipo de nanotubos de carbono y me he dicho que por qué no lo vamos a utilizar en el corazón y en la aorta. Uno tiene que ser curioso pero al mismo tiempo ver qué tenemos alrededor. Yo siempre digo que los políticos, si le preguntaran al pueblo qué es lo que necesitan, obviamente muchos de los problemas que tenemos no los tendríamos. O sea, uno tiene que saber cuál es el problema y qué es lo que necesita para solucionarlo, qué es lo que necesitan mis pacientes. Lo que yo hago es responder a esa necesidad.

En Houston, en los años 80, consiguió el primer gran hito. ¿Trabajar con norteamericanos fue una suerte?

Los norteamericanos tienen mucha apertura de mente. En el fondo son muy cándidos. Tú les expones algo e inmediatamente se vuelcan si realmente creen que es interesante. Nosotros estamos en la vieja Europa y ellos son como exploradores. Los americanos siempre han sido exploradores, ha ido allí la gente más avanzada de Europa o las que menos tenían a descubrir un nuevo mundo. Eso ha creado una mentalidad norteamericana que, cuando tú expones esto, inmediatamente lo hacen.

Por ejemplo, yo estaba en Nueva York pero cuando fui a Houston decía que estábamos haciendo una cirugía nueva con unos instrumentos viejos y teníamos dificultades en meternos en zonas del corazón. A veces utilizaba espejos de dentistas porque por lo menos veía dentro del corazón, si no podía ver cómo reconstruir eso. Entonces se me ocurrió decir, si yo tuviera unas pinzas dobladas, unas tijeras que tuvieran esta forma… y se lo dije a los americanos.

Al día siguiente estaba allí el mayor fabricante de material quirúrgico del mundo, el dueño de la compañía que había cruzado desde California a verme a mí. Yo le pinté lo que yo creía que necesitaba. Quince días más tarde tenía una caja de instrumental para poder operar con eso. Y en Houston empecé a trabajar con ese instrumental que hoy lleva mi nombre y se vende en todo el mundo y me di cuenta lo fácil que era intervenir en zonas del corazón poco abordables con los instrumentos antiguos.

Yo siempre he dicho que en la mesa del quirófano hay que trabajar como en la mesa del comedor. Uno no puede utilizar los brazos de manera inadecuada; siempre he dicho que uno no se tiene que llenar de sangre y de cosas si uno utiliza de manera adecuada el instrumental y los tejidos humanos. En definitiva, que te tienes que rodear de la última tecnología pero pensando siempre en el paciente.

El cine nos vende a un hombre medio humano, medio metálico. Pero la ciencia siempre busca el material más asimilable por el cuerpo humano.

–El mejor tejido material que podemos encontrar es el biológico. Nosotros somos una maravilla, el cuerpo humano es una maravilla. Todo en el cuerpo humano es una maravilla, es fascinante. Yo me quedo con la boca abierta no ya sólo con los corazones, que todos son diferentes, sino con cómo reaccionan los tejidos del propio cuerpo. El mejor tejido que nunca da rechazo es el propio. He hecho muchas operaciones aprovechando el pericardio; la membrana que rodea el corazón es un tejido magnífico o un trozo de vena que uno lo puede abrir y se puede convertir en una membrana.

Cuando uno no tiene suficiente tenemos los homo injertos, que son de otras personas que en algunos casos, obviamente, pueden dar rechazo, pero eso se puede controlar hoy en día porque hay una sustancia química que quita las células pero deja la estructura. El glutaraldehido, formaldehido… lo que hacen es convertir el tejido como si fuera un cuero maravilloso. Tienen el inconveniente del cuero que si es una cosa que se está moviendo mucho, al cabo de un año o dos años se te pueden romper. Hay que utilizarlo en zonas donde no haya tanto movimiento.

Luego tenemos el tejido de los animales, que también desde el punto de vista celular es fantástico y uno puede controlar la célula. Por último, los biomateriales. Son materiales biológicos pero también materiales que tolera el cuerpo humano. Tenemos en el cuerpo prótesis, estructuras intraoculares… todo eso es biomaterial y el mundo va hacia eso, a utilizar cada vez más materiales que son tolerados por el cuerpo humano o si no son tolerables, que se puedan controlar. Por ejemplo todo eso del stent, las pequeñas membranitas que entran en una coronaria de un milímetro y medio para que no se obstruyan.

¿Y el futuro? El más inmediato, al menos...

Hay un mundo muy grande, enorme, que no nos damos ni cuenta, que es el grafeno. El grafeno -esos nanotubos que yo digo es grafeno- es un material prácticamente bidimensional, no tiene grosor, tiene el grosor de un átomo. Es una membrana más resistente que el acero, que puede ser flexible y volver de nuevo a su forma. En España hay expertos en grafeno con los que he contactado y es un material con el que estoy trabajando y puede sustituir muchísimas partes del organismo humano. Estamos viendo cuál es el comportamiento de la interfase, esto es, lo biológico con lo artificial, cómo se comporta la membrana celular con esa membrana, pero estamos avanzando mucho en eso. Yo creo que el grafeno va a ser el futuro. No me extrañaría que con grafeno se hagan las válvulas del corazón, las membranas para las lentes… para todo. Y no se rompe y tiene esa particularidad de que es bidimensional, que uno puede meter membranas y membranas, miles y millones de membranas una encima de otra y prácticamente casi no tiene grosor porque un átomo sabemos el grosor que tiene.

Foto: Bioprotesis aórtica

El hecho de contar hoy con membranas bidimensionales es fenomenal, es un mundo fascinante y entramos en la nanotecnología, la nanotecnología de las células. Hoy en día sabemos cómo podemos utilizar herramientas que antes eran impensables. Por ejemplo, utilizar virus para llevar medicamentos o química a determinadas partes del cuerpo. El virus es una cosa como medio química que entra en la célula e introduce información. Por ejemplo, el sistema CRIS que está salvando a tanta gente con cáncer, lo que hace es manipular el ADN, el genoma humano, mediante la introducción de virus que manipulan una parte del ADN.

Imágenes microscópicas de cuerdas tendinosas mitrales. Nuevos hallazgos en los trabajos de Revuelta Soba.

Todo esto es increíble. Se están utilizando herramientas impensables. ¿Quién podía pensar que se puede utilizar el virus como taxi de una química, o de una nanotecnología? Estamos utilizando los virus a nuestro favor. Está cambiando todo, empezando por el propio paciente. El paciente está más formado, sabe quiénes son mejores o peores, dónde le pueden hacer esto o lo otro… Ya no es una medicina paternalista en la que lo que todo lo decía el médico. Ahora tienes que informar. 

Yo nunca he tenido problema en ese sentido. Siempre le he dicho al paciente que le voy a hacer lo que le haría a un hermano mío. Y me dice que adelante, lo que yo diga. Así he practicado la medicina. Después viene, aparte del rechazo a la medicina paternalista, esa protección jurídica en la que el médico es como tu enemigo. Es una barbaridad. Eso mata a la medicina y la está matando en Estados Unidos.

Pero luego viene toda la tecnología nueva, la miniinvasiva, el hecho de introducir cosas en tu cuerpo mediante una cánula. Y tú dices, ¿cómo saco yo un riñón enfermo por una cánula? Se introduce una especie de bolsita y se tritura como si fuera una trituradora y extraes el líquido. Con la robótica hoy en día se están haciendo cosas impensables, grandes operaciones. Todo con robótica.

 

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