La
Hoja de Ruta del Turismo, ratificada la pasada semana entre el
Ayuntamiento y los
empresarios, reconoce abiertamente que
la convivencia ha adquirido una “dimensión nuclear” en el futuro del sector económico más importante de la ciudad, e incluye entre las
medidas para solventar la “incipiente” turismofobia, como lo definió el alcalde, José Luis Sanz, la creación de un
Teléfono de Turismo de Asistencia Ciudadana o
Mesa de Coordinación Interadministrativa de Seguridad, ambos para garantizar un
objetivo que parece claro, que “
Sevilla debe seguir siendo Sevilla”.
El documento, redactado tras un proceso de participación con agentes sociales y económicos, reconoce que en estos momentos “
adquiere una dimensión nuclear la convivencia turística, el desarrollo armónico de las actividades turísticas”, y considera necesario “ante los
síntomas y riesgos de un mayor
desarrollo desordenado de la oferta, recuperar espacios para la
convivencia equilibrada entre turistas y residentes,
descongestionar los entornos públicos y arbitrar una
planificación y ordenación sostenible del turismo”.
Esa
hoja de ruta, que se engloba dentro del
Plan Turístico de Grandes Ciudades de Sevilla y del
Plan de Sostenibilidad Turística del Destino Sevilla, incluye varios apartados a desarrollar, sin orden de preferencia ni fechas de desarrollo, centrados en la Gobernanza y Planificación Turística (Plan General de Turismo de Sevilla y Plan Director de Marketing y Promoción Turística); la Competitividad; Marketing y Productos Turísticos; Conectividad y Movilidad Sostenible, e Inteligencia Turística, pero
el cuarto apartado está específicamente dedicado a la Convivencia.
Como
“hecho incuestionable” definen que el auge y crecimiento de nuevas modalidades alojativas, especialmente por las
viviendas con fines turísticos,
“ha modificado” el desarrollo turístico de las urbes, además de
tensionar el crecimiento ordenado y en equilibrio de la oferta turística, la sostenibilidad de los
servicios públicos (transporte y movilidad, seguridad, sanidad, ..), la
identidad de los destinos, el acceso a la
vivienda, “provocando el
desplazamiento de la población autóctona, la masificación y congestión, la gentrificación de los centro históricos”.
Las
consecuencias son claras:
desarrollo turístico urbano insostenible y desequilibrado, contrario a una “gestión integral del turismo, la experiencia y la excelencia turística”, y que ha generado en una “
notoria desafección entre turistas y ciudadanos, quebrando la convivencia y
tensionando la gestión de los servicios públicos”.
Los firmantes buscan garantizar el
equilibrio de la oferta turística, la
armonía entre turistas y ciudadanos, la
redistribución de los impactos positivos por la ciudad, la
desestacionalización, la preservación de la
cultura autóctona y la
sostenibilidad de los servicios públicos.
Planificación necesaria
Una vez superada la pandemia “
se imponen medidas de planificación turístico-urbanistas”, aseguran, además de “medidas de sensibilización social sobre el papel del turismo como factor de vertebración y cohesión social y espacial, y su contribución a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Sobre el papel y a nivel práctico, proponen una
revisión, dentro de las competencias municipales, de los “instrumentos de planeamiento, gestión y ordenación urbanística”, incluyendo las viviendas con fines turísticos, priorizando el crecimiento cualificado de la oferta y demanda, generadora de los mayores réditos sociales, ambientales y económicos, medida que se focalizará “de forma
preferente” en el Barrio de Santa Cruz.
También proponen impulsar la
ordenación de la convivencia turística que permita a Sevilla ser un referente del turismo regenerativo, sostenible, responsable y cívico; desarrollar
programas de concienciación del valor y función social del turismo en la sociedad y economía entre la ciudadanía y demás actores del ecosistema turístico de la ciudad, que prevenga la aversión arbitraria al turismo y episodios de turismofobia; y
generar espacios de mediación y gestión de conflictos para garantizar la convivencia entre turistas, ciudadanos, propietarios y operadores y empresas turísticas.
Entre estas medidas, se contempla la puesta en marcha del
Teléfono de Turismo de Asistencia Ciudadana “que tendrá como objetivo informar y proteger los derechos de la ciudadanía y visitantes, y trasladar a la inspección turística las denuncias o quejas que pudieran ser constitutivas de infracción administrativa”.
También proponen crear una
Mesa de Coordinación Interadministrativa de Seguridad “que facilite la adopción y coordinación de medidas, así como el diseño de iniciativas legislativas en favor de la seguridad ciudadana”.
Más inspección y control
Por último y no menos importante, plantean
potenciar los mecanismos de control, inspección y policía turística para garantizar la competencia leal, la calidad de las actividades y servicios turísticos prevenga el intrusismo y la clandestinidad y asegure la seguridad y convivencia.
El
objetivo último, según esa Hoja de Ruta, es “trabajar para que
Sevilla sea un destino sostenible, global, inteligente y premium, convirtiéndose en el referente turístico del sur de Europa”, respondiendo al
nuevo paradigma de gestión “Ciudad con Turismo”, y aspiraciones de Sevilla para convertirse en una "Ciudad Única, Viva, Abierta, Verde, Universal, Cultural, Diversa y Cosmopolita".
En otras palabras, resumen el documento, para “convertir Sevilla en una ciudad de máxima calidad de vida
sin perder su esencia, genuidad e identidad, sostenible, en armonía, que ofrece a los visitantes experiencias atractivas, auténticas y responsables, redistribuyendo sus efectos positivos por toda Sevilla, teniendo en el centro a las personas, sin dejar atrás a las empresas, y contando con un
modelo de gestión turística “abierto y colaborativo” para responder a los retos y nuevas tendencias del turismo”, asegura el documento.