"No es lo peor que haya diez millones de españoles que no sepan leer. Lo peor es la lectura que les aguarda cuando aprendan", declaraba una publicación en 1906 como crítica a la influencia de la prensa de sucesos y su carácter sensacionalista, de lo que ahora da cuenta "Rojo sangre", una "antología ilustrada y espeluznante".
La antología ha sido publicada por la editorial La Felguera, cuyo director, Servando Rocha, también coautor de "Rojo sangre", ha localizado las colecciones -o lo que queda de ellas- de unas veinticinco cabeceras, entre periódicos y revistas de casi todo un siglo, desde 1884 a 1975, un periodo considerado la edad de oro del periodismo de sucesos.
"Los intentos de resucitar 'El Caso' en los años ochenta y noventa no cuentan porque el periódico ya no era lo que fue ni, sobre todo, el país era ya el mismo", ha señalado Rocha, quien en sus pesquisas de varios años por hemerotecas, archivos y colecciones privadas ha encontrado "rarezas" como "El Látigo", un periódico de 1884 que tenía un suplemento de sucesos y que era manuscrito -sólo se conserva un ejemplar de uno de sus pocos números-.
En la colección de ejemplares raros del propio Rocha hay una serie de fotografías originales de "El Caso" que encontró en el Rastro madrileño, ya que el editor ha asegurado que el archivo gráfico de este legendario periódico de sucesos "acabó en la basura" poco después de que dejara de publicarse.
Titulares truculentos
En el capítulo dedicado a "El Caso" se recuerda que su fundador, Eugenio Suárez, "solía vanagloriarse de que la gente analfabeta de los pueblos más remotos de España había aprendido a leer" gracias a aquel semanario que "se convirtió en el único vínculo con la información de muchos españoles que acudían a sus páginas atraídos, en primera instancia, por el morbo y el sensacionalismo".
Pero los titulares truculentos habían empezado muchas décadas antes, y esta antología da cuenta de algunos del año 1935 como "Un niño enterrado vivo", o de 1936: "Un oso ataca a un niño en las calles de Barcelona", que llevaba el siguiente acompañamiento también en titulares: "La tribu propietaria del animal iba a comprar una novia en treinta duros".
En 1914 una revista de sucesos se atrevía incluso a ofrecer un manual: "Cómo se atraca un banco", mientras que en el mismo año otra publicación especializada en crímenes ofrecía el improbable título de "Me han matado", y otro periódico de la misma época, al abordar el asunto de la trata de mujeres, elegía el titular "Traficantes en carne humana".
La labor de los periodistas especializados en sucesos cobró tanta importancia que en 1929 el semanario "Estampa", que no lo era de sucesos, dedicó un reportaje a estos periodistas bajo el título "Vida, triunfos y aventuras del reportero de sucesos", ilustrado con retratos de todos ellos en formato de orla, en la que figuraban elegantemente vestidos, al menos cuatro de ellos con sus corbatas de lazo.
"Museo criminal"
Estos periodistas fueron dueños de secciones de títulos tan explícitos como "Museo Criminal", que se publicó ininterrumpidamente entre 1904 y 1909, y alguno de ellos eligió un pseudónimo de innegable resonancias literarias, como "Segundo Holmes".
A lo largo del siglo estudiado fueron frecuentes los reportajes sobre los entonces denominados crímenes pasionales, aunque no todos acababan en sangre: "Enamorado de la hija se casa con una viuda", decía un titular de hace casi cien años mientras que una revista de la época ofrecía una serie de fotografías como un manual de defensa personal bajo el título "Cómo se defiende la mujer".
La periodista e investigadora Rosa Rodríguez Cárcela, autora de una tesis doctoral dedicada al periodismo de sucesos y del "Manual de Periodismo de Sucesos" publicado por la Universidad de Sevilla, es la autora del capítulo más largo de "Rojo sangre", en el que ubica la primera publicación del género en 1882: "Los Sucesos. Revista Ilustrada de Actualidades, Siniestros, Crímenes y Causas Célebres".