Investigadores de la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Sevilla acaban de patentar un sistema que permite controlar el estado de un órgano en todo el proceso de criopreservación para saber así si es útil para un trasplante.
La criopreservación conserva a muy baja temperatura los órganos para luego poder utilizarlos en trasplantes, independientemente del tiempo transcurrido desde la donación. Hasta el momento, se experimenta con órganos de animales sin éxito en la reimplantación.