Fernando López-Blázquez es profesor de la Universidad de Sevilla desde 1986. Este catedrático de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Sevilla ha dado clases en Informática, Biología, Estadística… y ahora en la Facultad de Matemáticas. López-Blázquez lo reconoce sin complejos: “Esta situación nos ha pillado a todos de nuevas”. Pero este profesor con unos cuantos sexenios a sus espaldas reconoce que la docencia online por obligación como consecuencia del estado de alarma por la pandemia del coronavirus “va a marcar una pauta y a obligar a que sirva de complemento de las clases presenciales” a las que este profesor, “quizás porque soy muy antiguo”, da un valor insustituible.
Nunca pensamos que echaríamos tanto de menos a los estudiantesSu planteamiento es “uno más” dentro de la comunidad universitaria de una de las Universidades más grandes de España. En la Universidad de Sevilla hay más de 70.000 estudiantes y más de 4.000 profesores e investigadores. Esta misma semana, los estudiantes, a través de su Consejo de Alumnos (Cadus), se quejaban en las redes sociales bajo la etiqueta #QuemadUS de la falta de concreción del Rectorado sobre la adaptación académica y de evaluación del curso como consecuencia de la suspensión definitiva de las clases presenciales. El Consejo de Gobierno debatirá el próximo miércoles 22 de abril la propuesta que ha remitido el Rectorado a departamentos, decanos y directores, sindicatos, estudiantes y juntas de personal, entre otros y en la que se apuesta por que la evaluación continua tenga un mayor porcentaje y que, por tanto, se “reduzca al mínimo” el peso del examen en la evaluación final.
Esta información es previa a la conversación que mantenemos con el catedrático López-Blázquez, para el que la adaptación al modo online “no es fácil” en todas las asignaturas. Él lo ha intentado, no obstante, y no está insatisfecho del resultado. “En mi vida había dado una clase por videollamada y me ha sorprendido porque ¡ahora asisten más estudiantes que antes!”. Este catedrático tiene un grupo de 110 alumnos en la asignatura cuatrimestral de Probabilidad. Hace días, les remitió a todos ellos un documento titulado “Mínimos cuadrados y la enfermedad Covid-19” y que está disponible en las redes sociales también porque lo ha compartido el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (IMUS) en sus perfiles. En este documento, firmado con Begoña Salamanca-Miño, el profesor afirma que “con frecuencia, los alumnos sienten que no les enseñamos cosas útiles y ésta era una magnífica oportunidad para mostrarles que no siempre es así”. “Posiblemente –continúa la nota- si no nos hubiéramos visto en la obligación de preparar documentos para la enseñanza virtual a la que nos fuerza el confinamiento, esta notas no hubieran pasado de ser un guión garabateado en papel”.
“Mis alumnos ya tienen este documento con el que les explicaré en la próxima sesión de clase que tengamos por internet uno de los temas de la asignatura”, explica López-Blázquez, que echa en falta, sobre todo, “la interacción” con sus alumnos. “En clase, me vuelvo y veo sus caras y eso me ayuda a saber si se han enterado de algo o no. Aquí no les puedo ver las caras porque les explico con una pizarra virtual instalada en mi tablet. Es como hablar con una pared”, se lamenta, aunque también le ha sorprendido, para bien, que los alumnos ahora “se atreven a preguntar dudas que antes en clase no lo hacían quizás por vergüenza. Son más desinhibidos y menos temerosos”.
Sobre la evaluación, este catedrático de Estadística asegura que, en su caso, es “difícil” no hacer exámenes presenciales, ya que “los problemas son muy complejos y no puedo hacer cien problemas diferentes”. Sea cual sea el resultado final de este atípico curso académico, Fernando López-Blázquez ha aprendido una cosa que, además, ha dejado escrito en la nota que ha difundido a sus alumnos: “Nunca pensamos que los echaríamos tanto de menos”.