Para buscar la esencia de Torremolinos no hay que ir demasiado lejos; basta con echar a andar hasta dar con La Carihuela.
La barriada, localizada al oeste de la Punta de Torremolinos, se mantuvo al margen del crecimiento de la ciudad gracias a los molinos. En esta zona, los vecinos subsistían con los frutos que recogían del mar con gran esfuerzo y maestría.
Pocos saben a ciencia cierta el origen de su nombre; algunos dicen que podría traducirse como “aldea de pescadores” y otros que le debe su denominación a la planta ‘carihuela’, que crecía en esta zona. Sea como sea, sus primeros años se resumen en dos aceras pobladas de pequeñas casas y chamizos de una sola planta. Hoy en día, ya reconstruidas, se pueden ver algunas de esas construcciones de finales del siglo XIX y principios del XX en la calle Los Perros.
Siempre vinculada al mar, la barriada de La Carihuela llegó a contar con casi 40 embarcaciones que se dedicaban a la pesca de la sardina y otras especies. Sin embargo, la tragedia llegó en el año 1949 cuando naufragó, en las costas de Ceuta, la traíña San Carlos, que llevaba a bordo a 24 hombres, doce de ellos, vecinos de la barriada.
La llegada del turismo
Torremolinos empezaba a atraer a personas de todo el mundo: su clima, su estilo de vida relajado y sus playas hacían las delicias de los turistas de los años 50 del siglo pasado y La Carihuela supo aprovechar su momento.
Fue en 1942 cuando Enrique y Concha Bolín abrieron el hotel La Roca, que fue el primer establecimiento que editaba una propaganda escrita del alojamiento y de Torremolinos, que rezaba “Torremolinos, el paraíso de España, clima permanente de primavera”, según detallan en el blog de patrimonio N-340.
A La Roca le siguieron el hotel Los Nidos (1955) y, cómo no, el hotel Pez Espada, que este año cumple su 60 aniversario, y se convirtió en el primer alojamiento de lujo de la localidad. Ya en los años 60 nacieron el carrilera Palace (1961), el Tropicana y el hotel Tres Carabelas (actual Meliá Torremolinos, en 1962) y un año más tarde lo hicieron hoteles como el Nautilus.
A los grandes hoteles les acompañaron las salas de fiestas, con nombres como El Remo (1948) que, además, era restaurante, sin olvidar el emblemático bazar Aladino, un edificio con forma de barco, que pertenece a la corriente conocida como ‘arquitectura del relax’.
Todos querían conocer La Carihuela que comenzaba a aprovechar esos ricos productos del mar que pescaban sus vecinos para servirlos en restaurantes familiares: nacían los chiringuitos, hoy buque insignia de la gastronomía torremolinense. El primero en hacerlo fue Miguel Cerdán, que lo fundó en el año 1941.
Ahora, por sus estrechas callejuelas de casitas blancas pasean españoles, ingleses, holandeses y alemanes, como en su momento lo hicieron artistas de la talla de Brigitte Bardot o Ava Gardner, que se enamoraron de esta barriada en la que el pescaíto era (y sigue siendo) el rey.