“Al amigo el favor, al enemigo la ley”. Acrisolada sentencia atribuida a D. Joaquín Costa (1846-1911), y si no fue exactamente así, dejó claro el sentido de la misma en su obra “Oligarquía y Caciquismo”. Su recomendable lectura permite sorprenderse como, después de tantos, de tantos años, los elementos esenciales de la enfermedad del “Caciquismo” que padece la democracia, por él certeramente diagnosticada, siguen estando presentes en este asolado terreno de las instituciones públicas, en general y del municipalismo en particular. ¿Es posible mejorar lo ya escrito sobre este asunto? Juzgue quien esto lee porque sólo sutiles retoques, en alguna palabra y tiempo verbal, permiten calificar a este texto como “nuevo”.
“Cada municipio se halla dominado por un particular irresponsable, vulgarmente apodado en esta relación “cacique”, sin cuya voluntad o beneplácito no se mueve una hoja de papel, no se despacha un expediente, ni se pronuncia un fallo, ni se declara una exención, ni se traslada un empleado, ni se acomete una obra; Ley y Administración, son un instrumento suyo, ni más ni menos que si hubiesen sido creados sólo para servirle. No hay que preguntar si tenéis razón, si la ley está de vuestra parte. Para saber cómo se fallará el pleito, cómo se resolverá el expediente, hay que preguntar si le es indiferente al cacique, y por tanto se mantiene neutral, o si está con vosotros o contra vosotros. Se extravían los expedientes y las cartas que él quiere que se extravíen; se falla a sabiendas contra ley cuando no tiene razón aquel a quien él quiere favorecer; se imponen multas si es su voluntad que se impongan, hubiese o no motivo; se reparten los tributos, no según regla de proporción y conforme a las instrucciones de Hacienda, sino conforme a su conveniencia y a la de su clientela, o a la fuerza que trata de hacer a los neutrales, o al castigo que quiere imponerles por su desprecio o por su entereza. A quien quiere mal, o no se somete, hace pagar doble; las alzadas (recursos) no tienen curso o sucumben en el carpetazo; las carreteras (rehabilitaciones) van no por donde las trazaron los ingenieros, sino por donde caen sus fincas; los montes del Estado que ha de comprar el o sus protegidos tienen la cabida que ellos fijan. Y se anulan las compras de los contrarios; se aprueban las cuentas que él recomienda, y por otras iguales, se multa o se encausa a quien corresponda, porque no es de su parcialidad o de su agrado. Es ascendido aquel a quien él designa o recibe, para instrumento de sus vanidades, de sus medros o de sus venganzas, dándole en cambio carta blanca o cubriéndole para que haga impunemente de la hacienda comunal y del derecho de sus convecinos lo que le parezca. Tiene demarcado por los jerarcas supremos (del partido) su feudo y él a su vez tiene lo dividido en marcas y sub-feudos en cada uno de los cuales impera omnímodamente un cacique de categoría inferior, especie de representante suyo, el cual además obra por cuenta propia; formando en su vasto conjunto una red tupida que tiene cogido debajo a todo el municipio.” ¡Pero bueno, bueno, bueno! ¡Vaya radiografía del Cacique que puede llegar a gobernar en un municipio! Alguien podrá preguntarse ¿Quién es el autor del texto? El profesor José Antonio Hernández, no hace mucho comentó que “el alimento de la escritura es la lectura”. Y esto que aquí puede leerse, salvo licencia en hacer presentes los tiempos verbales y alguna que otra palabra que en modo alguno alteran el sentido del texto, fue escrito y bien expresado al menos en “roman paladín”, por el mismísimo Joaquín Costa; que también escribió mucho y bueno sobre el sistema electoral. Si D. Joaquín resucitara un instante en este 2023, no acabaría de dar crédito a como sus palabras de antaño reflejan minuciosamente la situación presente. Y dándose perfecta cuenta de la añeja situación actual volvería a la tumba pensando: -A ver si de verdad, fuera erradicado el Caciquismo de una vez y para siempre”. Enfermedad esta del Caciquismo que tiene cura y que consiste en un tratamiento intenso y riguroso compuesto de: Tomas diarias de total transparencia y objetividad. Tanto en la acción de gobierno y actos administrativos. Se acompañará de inspecciones frecuentes, analíticas y scaners auditores. Este tratamiento, sin duda, acabará con este cáncer y sus metástasis en la administración municipal, permitiendo prevenir nuevas cepas caciquiles del tipo “Vanitas”. Porque, como dice la milonga: “la vanidad es yuyo malo que envenena toda huerta, es preciso estar alerta manejando el azadón, pero no falta varón que la riega hasta en su puerta”
Fdo. Rafael Fenoy