Allá por el siglo XVI, el cabildo municipal tenía el monopolio de la venta de pescado en la ciudad de Jaén. El producto llegaba a una casa, que aún existe, donde se desalaba y era preparado para su venta. La encontramos en la actual calle Remojadero del Pescado.
Luis Coronas Tejada afirma que el concejo municipal de Jaén tenía como propios dos pescaderías en la villa. Estaba prohibida la venta del pescado fuera de estos dos establecimientos, aunque con frecuencia era burlada dicha prohibición.
Según este investigador, a partir de 1613 las dos pescaderías se ubicaban en la zona de San Juan, que atendía a la población con menores posibilidades económicas y la otra se localizaba junto al Pósito.
Coronas Tejada ha publicado que el arrendamiento para ambas pescaderías era de 100 reales, hacía la primera mitad del siglo XVII. En la segunda mitad subió a 110 reales.
Cada pescadería disponía de una persona encargada de vigilar y controlar el orden, con un salario de 10.000 maravedís al año. Eran nombrados por un año, prorrogable a otro más si no se habían presentado quejas sobre ellos.
Ambas pescaderías estaban alejadas del remojadero, que disponía de una fuente con abundante agua. No obstante, en períodos de sequía se cortaba el suministro de agua al remojadero.
El citado inmueble mantiene, en la actualidad, la portada en estado ruinoso. Se trata de una casa del siglo XVI situada en la calle Remojadero del Pescado, número 8, en pleno casco antiguo. Otro de los tesoros jaeneros que dormirá en el recuerdo por la falta de intervención.
Es necesario que todas las administraciones se hermanen para trabajar conjuntamente en todos aquellos espacios que precisen de oxígeno para rescatarlos de su agonía.
Recientemente, un matrimonio palentino, que recorría las calles de la capital, hacía alusión al poder artístico de la ciudad que no está aprovechado en su totalidad, un hecho que igualmente ocurre en otras poblaciones donde el turismo cultural va empujando a otras formas de ocio.
Bien es cierto, que en los últimos años Jaén está saliendo de su hibernación. Hay grupos entorno a la Catedral, con profesionales que se encargan de realizar visitas guiadas. Les acercan la historia de los edificios, narran algunas de las muchas leyendas que circundan por la ciudad y, en definitiva, incrustan en la sesera de los visitantes las bondades de esta tierra…, pero todavía hay muchas cosas que mostrar, como el remojadero de pescado.