El denominado picudo rojo está afectando a nuevas especies de palmeras como la washingtonia. Las autoridades duplican sus esfuerzos
Una de las plagas que más nos ha afectado en los últimos años sigue arrasando sin mucho control las palmeras de nuestro entorno. Esos bichos que hicieron perder a la Plaza Alta una de sus señas de identidad no encuentran a nadie que les haga frente de manera contundente. Más bien al contrario: tal vez gracias al clima o gracias a la resistencia que desarrollan, han dado un paso más en su vorágine alimentaria atacando a tipos de palmeras de las que las autoridades fitosanitarias no tenían claros datos de ataques hasta ahora, como es el caso de la Washingtonia (Washingtonia filifera) que mostramos en la foto, en donde se puede apreciar claramente los estragos de la enfermedad. Aún no se ha generalizado este tipo de planta en su dieta habitual, afortunadamente, siendo el segundo (tal vez ya el primero) tipo de palmera más común en nuestra zona.
Nadie sabe a ciencia cierta por donde entró este voraz insecto originario de Egipto y del sudeste asiático, pero lo que se tiene más o menos claro es que fue por una frontera, colándose por un Puesto de Inspección Fronterizo (al importarse en palmeras afectadas), puesto que se trata de un organismo nocivo procedente de un tercer país.
La detección de este parásito es muy difícil en las primeras etapas, ya que se encuentra como larva en su interior, y es cuando la planta afectada no muestra síntoma alguno. Una de las consecuencias de la introducción de esta plaga es que la legislación fitosanitaria actual hace que se inspeccione todo tipo de palmera a partir de tan sólo 5 centímetros.
La presencia del Rhynchophorus ferrugineus se detectó por primera vez en Europa en el año 1994, concretamente en España, en Almuñecar. Su avance ha sido espectacular en estos años: en el año 2005 afectó al palmeral de Elche, considerado el mayor de Europa; en Canarias amenaza la palmera canaria, joya del archipiélago, que podría verse en peligro si la plaga sigue avanzando; este verano de 2011 ha atacado en Jerez a más de 200 palmeras, urgiendo a la Junta una colaboración apremiante con dicha ciudad para hacerle frente.
Y es que es muy fácil su dispersión. A pesar de que pueden realizar toda su vida en la misma planta, cuando se encuentra en estado adulto y si ya no dispone de nada más de alimento en el ejemplar en que se encuentra, se desplaza caminando y volando hacia otros ejemplares, siendo capaz de recorrer grandes distancias.
Además, y lo que es peor, cuando las autoridades cortan ejemplares afectados, no siempre toman las medidas oportunas y necesarias para evitar su difusión, llegando a transportarlas en camiones sin toldos, sin fumigar las palmeras infectadas ya cortadas, ni las de alrededor …, facilitando así su rápida propagación incluso en lugares muy alejados del original.
Remedios contra la plaga
Por ahora parece que la solución definitiva no ha llegado, aunque existen ciertas medidas muy efectivas. Una de ellas es el uso de un nemátodo, un parásito que tiene al Rhynchophorus en su dieta habitual, y que está dando muy buenos resultados en la zona de Almería y del Levante. Otro de los tratamientos es el uso de insecticidas inyectados, que consiguen recuperar por completo la palmera afectada, al igual que con el nemátodo, siempre que no tenga la yema apical cortada por el picudo.
Pero aún hay muchos aspectos en los que mejorar en la lucha contra la plaga, debido a su dificultad de detección en los primeros estados de la larva, de que el bicho cuenta con una increíble autonomía de vuelo, y de que el uso de los tratamientos cuesta dinero lógicamente, algo siempre inoportuno para toda Administración que se preste, máxime en tiempos de crisis.