La asociación Pulseras Fuera, promovida por Gabriel Fabregat, un estudiante de instituto de 16 años, ha impartido charlas sobre acoso escolar, machismo, la xenofobia y LGTBfobia a más de 500 alumnos en colegios e institutos de Jerez durante el pasado curso escolar.
Tras el periodo estival el colectivo compuesto por seis jóvenes activistas Gabriel Fabregat, Alba María Tarrío, Jairo Núñez, Brenda Durán, Inmaculada Mallorquín y Ainhoa Guerrapor, ha retomado su actividad celebrando la primera Feria de la Diversidad el pasado 12 de septiembre, y que los organizadores han tildado de “todo un éxito”, con más de 200 asistentes a los talleres organizados en la Casa de la Juventud.
Este espacio cedido por el Ayuntamiento al grupo de jovenes para la promoción de actividades estudiantiles, sirve como “cuartel general” desde donde dan asistencia a estudiantes acosados –no les gusta llamarlos víctimas- por compañeros de clase. Próximamente pondrán en marcha diversas acciones como terapias de grupo, conciertos, charlas y talleres.
Los jóvenes impulsores de Pulseras Fuera, muchos de ellos con un pasado de “bullying” –acoso escolar en inglés- a cuestas, van a ofrecer una atención de “igual a igual” a los estudiantes que lo necesiten. Para ello atienden cada jueves por la tarde en la Sala Paul-Casa de la Juventud.
Los promotores de las terapias de grupo anhelan crear un espacio donde los estudiantes acosados “puedan construir su personalidad desde la diversidad”, ha explicado Fabregat, “rodeándose de otros que han pasado por lo mismo”, lo que les permitirá “mejorar su estima y hacer nuevas amistades”.
En su opinión “a las personas que sufren acoso escolar el contacto físico les ayuda mucho” de ahí la importancia de que existan este tipo de asociaciones de apoyo. En breve, Pulseras Fuera tendrá una línea de atención telefónica para aquellos que no quieran acudir de manera presencial, ha anunciado.
En situaciones de acoso escolar hay tres actores: padres, profesores y alumnos, ha señalado Fabregat, “hay que capacitar mejor a todos ellos” para que puedan reconocer los indicadores de una situación de acoso.
También ha pedido a la administración de los centros que “pongan más herramientas a disposición del acosado”, y se ha quejado de “¿cómo es posible que si a mí me acosan el que deba irse del instituto soy yo? Es como si el castigo me lo impusieran a mí en lugar del acosador”, en relación a las medidas que toman algunos centros.
Fabregat ha explicado que el mismo fue víctima de acoso escolar. Sin embargo, superó este bache gracias al apoyo de su familia y a nuevas relaciones que entabló durante las vacaciones en un campamento. Años después cuando percibió algunos cambios en la personalidad de su hermano de 12 años tras entrar al instituto supo ver los indicadores de que estaba siendo víctima de “bullying” –acoso escolar en inglés-, y supo lo que tenía que hacer.
Gabriel se organizó junto a unos amigos que habían pasado por una situación parecida o que venían del activismo estudiantil, y puso en marcha el colectivo para “luchar contra el bullying”. “A veces el acosado no es consciente de su situación”, pero las personas de su alrededor si pueden detectarlo, “mi hermano estaba más decaído, descuidaba los estudios, venía desmotivado, no salía apenas a la calle, y mostraba una falta de apetito y de energía” que lo pusieron en alerta, recordaba Fabregat.
Hay que extremar la atención en el momento en que el adolescente pasa del colegio al instituto, puesto que “lo más cruel es la transición de la primaria a la secundaria” ha opinado Gabriel, “los acosados nunca reconocen que lo son” porque incluso “se autoculpan y no les gusta contarlo porque se sientes avergonzados” por ser objeto de burlas.
“Las redes sociales han hecho mucho daño fomentando el ciberacoso” ha añadido Gabriel quien considera necesario fomentar la comunicación en el entorno familia, “tiene que generarse confianza en casa para que nosotros (los adolescentes) podamos contarle las cosas a nuestros padres”.
Ha destacado que en los institutos es práctica habitual el chantaje con videos y fotos que ridiculizan a los compañeros. “El problema es que esto se hace no por una razón puntual” sino que “la esencia de este acoso es hundir a la persona”.
Desde su experiencia personal, Gabriel ha señalado unos patrones comunes a los acosadores que ha señalado: “suelen ser los peores estudiantes de la clase”, y por lo general, “hijos de padres que los miman mucho, niños de papá y mamá que si hacen algo mal el padre irá defenderlo”.
A juicio del joven, “ahora son los padres los que riñen a los profesores por suspender a sus hijos” y “esto lo ven los estudiantes” con la consecuente pérdida de respeto por la autoridad en el aula que esto conlleva.
“Estamos ante unos padres superprotectores con sus hijos y eso al final acaba mal (…) con hijos que se sienten impunes, y creen que pueden hacer lo que les dé la gana porque no existe el castigo” ha añadido Gabriel.
En la provincia, la falta de educación en valores se está reflejando en el aumento de agresiones en los centros escolares, según una encuesta publicada por la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía.
A nivel nacional el Defensor del Profesor ha valorado que el 84 por ciento de las quejas que recibe tienen relación con el comportamiento de los padres hacia los maestros.
Con su línea de acción social el colectivo Pulseras Fuera confía en promover el mensaje del valor de la diversidad entre los estudiantes jerezanos y convertir la Casa de la Juventud en un espacio de encuentro y confraternidad entre los estudiantes.