Es tremendo gestionar el duelo cuando pierdes a un ser querido o a un amigo del alma por la pandemia, y encima que ni te dejen despedirte de él. A priori, por la propia naturaleza y psicología humana lo que el cuerpo le pide al ciudadano es echarle la culpa a otro, y casi siempre a un fallo humano, o sea al médico, aun cuando jurídicamente no sea sostenible. No estoy para nada de acuerdo. Es mas bien todo lo contrario. En este caso nuestros médicos son los héroes. Sí, sí, los profesionales sanitarios españoles, que, con jornadas extenuantes y maratonianas, trabajando de sol a sol, de luna a luna, en centros hospitalarios masificados y atestados en los que flota una elevada carga viral, y que están exponiendo su propia vida y la de sus familiares que tienen en sus casas, a las que regresan al realizar su turno. En España, el desbordamiento del sistema sanitario y esta situación de pandemia que ha cobrado ya la vida de varios profesionales sanitarios que intentaban salvar generosamente la vida de sus pacientes contagiados, dando lo mejor de ellos mismos. Y que lamentablemente se han visto a su vez, infectados letalmente por el COVID-19. El resultado es desalentador: tenemos ya solo en la Comunidad de Madrid a un 55% de los médicos infectados, de los que el 21% se encuentra hospitalizado. En EEUU nos llegan noticias de que algunos médicos que tratan la pandemia duermen por la noche en el coche para evitar tener contacto con sus familiares cercanos y contagiarlos. Y qué decir de nuestra vecina Italia, con una larguísima lista de sanitarios contagiados y fallecidos.
Ahora bien, las carencias que tiene nuestro sistema sanitario en cuanto a dotación de medios – mascarillas, respiradores, equipos de protección individual, test rápidos PR-PCR para la detección de positivos, etc.- no son imputables a los médicos, sino, en cualquier caso, a la falta de previsión de las Administradores Sanitarias que gestionan la salud en nuestro país. Son esas carencias las que han propiciado que se produzca un rapidísimo contagio masivo con seguridad muy superior y bastante mayor que el que reflejan las cifras oficiales maquilladas de un Gobierno que manipula la información, contando para ello con la colaboración de una pléyade de periodistas y cadenas de televisión, que no son sino abyectos pesebreros y estómagos agradecidos, ávidos de las subvenciones, ayudas económicas y migajas que reparte el poder a sus acólitos. Véase la Sexta, la Cuatro y el resto de la tropa…
Esta pandemia nos ha pillado en pelotas, y no puede decirse que sus efectos no fueran previsibles porque, gracias a las redes sociales, han aparecido como setas todo tipo de advertencias oficiales de la OMS al Gobierno español desde enero de 2020 a las que se les hizo caso omiso. Resulta patente que ha existido un retraso o demora negligente a la hora de tomar determinadas decisiones de prevención y dotación de medios por parte de las autoridades sanitarias, que desde luego les pasará factura y no en los tribunales, sí al menos en las urnas, cuando esta pesadilla pase. Ahora… ¿echarles la culpa a los profesionales sanitarios españoles? ¿imputarles negligencias médicas o mala praxis sanitaria? Por favor… eso sería una memez y una aberración jurídica, al revés, ¡lo que hay es que ponerles en un altar y levantarles un monumento!