Una amiga residente en Sevilla traía con cariño - tras el fin del confinamiento - un librito de José Ortega y Gasset comprado con el sello de la Librería Calpe de Eleuterio Tabera, de la calle Real (Main Street) de Gibraltar, 121, teniendo el mismo librero otra en La Linea, en la calle Real, 38. En Gibraltar la librería desapareció y es hoy una joyería y en La Línea la ha sustituido una caja de ahorros. El libro, publicado por Revista de Occidente en 1931 era La Redención de las Provincias y la Decencia Nacional.
Tres posibilidades se abren: La primera, lamentar la situación de las librerías, a las que Amazon y su clientela las quieren convertir en monumentos del pasado. La segunda, subrayar la interacción histórica que ha existido siempre que ha sido posible entre La Línea y Gibraltar. Las buenas relaciones, mucho mejor que la conllevancia, han sido la tónica de estos dos pueblos hermanos y más vacunados que el resto, ya que los trabajadores transfronterizos también se han protegido con la vacuna en Gibraltar. La tercera comentar que lo que valía en 1931 y sigue vigente 90 años más tarde: “La vieja política era madrileñismo…Llamo “política madrileñista” o “madrileñismo político” a la idea e intención de organizar el Estado español suponiendo que el tipo medio de los cuerpos electorales en toda la Península es idéntica al cuerpo electoral de Madrid”. Ortega concluye pontificando: “Se toma a la nación como un Madrid, se toma a Madrid como lo normal de la nación”.
Lo último de la rara y poco exportable campaña madrileña ha sido el penosísimo espectáculo sobre las cartas con amenazas. “Creí que matando a John Lennon me convertiría en alguien, y en lugar de eso, me convertí en un asesino, y los asesinos no son nadie”, dijo Chapman, su asesino. Los médicos dictaminaron que sufría esquizofrenia paranoide, lo que no lo ha librado de que siga en prisión desde 1980. En la campaña del Brexit, en 2016, la diputada laborista Jo Cox fue asesinada por un simpatizante de la extrema derecha. El alcalde de la histórica ciudad de los astilleros de Gdansk, en Polonia, fue también abatido a puñaladas por un perturbado. La viuda del asesinado Olof Palme tampoco se tomaría esas amenazas a título de inventario.
Las amenazas se pueden convertir en hechos con facilidad. Para un famoso o para un político.