En muchas ocasiones, por no decir siempre, los políticos no dejan de sorprenderme. Usan términos como Planes Estratégicos, Planes de Empleo, Planes de Revitalización, Zonas de Urgente Intervención y más expresiones que no voy a repetir. Yo quiero pensar que todo es bienintencionado, pero me parece que en la mayoría de las veces no son más que documentos a presentar en la prensa, vacíos de contenido real y en muchos casos, incluso mal redactados.
Pero vamos a lo concreto. En Sevilla, como en el resto de Andalucía, la tasa de paro supera el 30%. No bajamos de 80.000 parados desde que empezó la crisis y ni tiene perspectiva de que vaya a bajar. Si revisamos el Informe que en estos días, desde el Departamento de Economía de la Universidad Loyola Andalucía, hemos presentado -Loyola Economic Outlook de Invierno 2016- observamos cómo en el primer trimestre el PIB andaluz crecerá un 0,5%, mientras que en el segundo trimestre lo hará un 0,9%, dos décimas por encima del dato correspondiente al conjunto de España.
Por lo tanto, prevemos un crecimiento del PIB andaluz del 2,5%, similar al dato estimado para el conjunto nacional. En lo que se refiere al mercado de trabajo, se prevé una disminución del desempleo del 2,4%, en el primer trimestre, y del 2,6% en el segundo. Por lo tanto, la tasa de paro en el primer trimestre alcanzará el 29,7% y, para el segundo, el 29,6% de la población activa. La previsión anual de tasa de paro en Andalucía se sitúa dentro del intervalo 29,5-30,5%. Si lo concretamos en Sevilla, la tendencia será ligeramente superior a esa tasa media.
Estando en estas, desde el Ayuntamiento se vuelve a sacar a la palestra la elaboración de un Plan Estratégico y un Plan de Empleo Municipal. Perfecto, pero ¿con qué instrumentos de política económica? En los manuales de primero de Económicas, ya aparece claramente explicado cuáles son las políticas económicas. A saber. Políticas de demanda agregada, que comprenden las políticas fiscales, monetarias y comerciales, y las políticas de oferta agregada, que comprenden las de rentas y las estructurales.
Pues bien, ¿cuál de éstas son competencia de los ayuntamientos? Pues ninguna. O casi. De las de demanda agregada, sólo hay una leve competencia en material fiscal con los tributos municipales, pero poco empleo genera esto. En todo caso, y desde el punto de vista del gasto, sí podría generarse algo, pero no es más que puestos de trabajo públicos que no son sostenibles en el tiempo.
Las otras dos políticas, nada de nada. ¿Y de las de oferta? Pues poco que decir. De las de rentas, algo puede hacer un ayuntamiento con alguna ayuda social y poco más. Y de las estructurales, casi no tiene competencia para cambiar reglamentación directamente implicada con el mercado laboral.
Entonces, ¿qué puede hacer un ayuntamiento? Pues sentar las bases para que una economía local funcione. Que los servicios públicos sean efectivos y eficientes, que la administración local facilite la creación de empresas y negocios -y sobre todo que no ponga trabas- que el ayuntamiento haga de gran aglutinador de proyectos y que atraiga el enclave y localización de empresas y apuestas por sectores productivos que generen valor añadido productivo y empleo. Pero que no se pierda el norte. El empleo lo generan las empresas. Lo demás, es querer engañar al ciudadano y encima gastar del erario público que anda encima escaso.