La noticia publicada el pasado 23 de mayo sobre el pretendido "Proyecto Básico de Adecuación" del Alcázar para facilitar el aumento de visitantes, alarma. Como si el Monumento fuera una máquina funcional para producir dinero o un espacio destinado a la masificación, al bullicio y no al reposo, a la contemplación de la belleza y al silencio blanco, sonoro, líquido y perfumado.
En el año 2014, las 1.280.916 visitas permitieron ingresar aproximadamente 8 millonesde euros. ¿Cómo se invierten? ¿Cómo establecer un límite máximo de visitas y sus condiciones para evitar los efectos negativos, tal como recomienda el Comité del Patrimonio Mundial? El turismo es como el fuego: “puedes cocinar tu cena en él, pero si no tienes cuidado incendiará tu casa”.
Por esta razón es indispensable ponerse en alerta, pues el actual alcaide, licenciado en Física, nacido en Lepe, concejal en Haro (Rioja) y en Sevilla, cuando fue delegado provincial de Cultura hizo una pésima gestión del patrimonio cultural.
En detalle lo recuerdan varios representantes de las asociaciones que defienden el patrimonio cultural. Fue quien presentó un informe negativo para que no se permitiera levantar una torre de 80 metros en la Cartuja (diseño del arquitecto Ricardo Bofill) y luego un reformado dentro del entorno del Conjunto Histórico; incluso dio un informe desfavorable para la Torre Caixasol -nombre que incluye su historia y no Sevilla, porque es una agresión contra ella- y a la hora de la verdad presentó otro que contradecía lo que antes había firmado. Lo recuerdo encabezando las manifestaciones para defender la Encarnación y luego autorizando la construcción de las Setas. Por primera vez se cubría una plaza pública con un edificio (bar restaurante) y se la privatizaba a un costo de 123 millones de euros.
Frente a esta clase de políticos, tiemblo al pensar en el patrimonio cultural. Tratándose del Alcázar no se puede prescindir de la sabia opinión de personas autorizadas. Entre muchos pienso en Rafael Manzano y en José María Cabeza, del Consejo Consultor de ADEPA, dos de las personas que mejor conocen este enorme (en todos los sentidos) Monumento, incluso más que quienes han hecho sus tesis doctorales sobre éste.
El Alcázar no requiere “adecuaciones” como si se tratara de un local comercial. No. Requiere de un Plan Integral de Gestión que hasta el momento nadie ha propuesto. Si no se hace, la sombra de los políticos podrá más que la luz del sentido común de los sevillanos y de los especialistas. Los otros dos Monumentos, parte del Conjunto Patrimonio de la Humanidad,ya disponen de algo parecido.
Al leer la “Anatomía de la Catedral de Sevilla” se conoce el qué, el cómo y el porqué de las intervenciones técnicas que hizo Alfonso Jiménez Martín, y al ver la web, se comprobaráque la gestión integral (subvenciones, visitas, ingresos, etcétera) la tiene el Cabildo Catedralicio. El Archivo de Indias lo gestiona el Estado.
El político Monteseirín, obviando razones culturales, vinculó el presupuesto del Alcázar al del Museo de las Setas (Antiquarium). Quizá a ello se debe que no se haya hecho la cripta que permitiera contemplar las primeras huellas culturales de la Edad del Bronce en Sevilla (Patio de Banderas). ¡Alerta ciudadanos!: los políticos frente a la cultura aciertan poco. Cuidado con el Alcázar.