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La revolución de los almendros

Poco a poco la floración progresará hacia el norte, hasta llegar a Cataluña y Baleares por el Este, o a Extremadura por el Oeste

La semana pasada los Valles del Guadalhorce y del Guadalmedina se vistieron con un elegante manto blanco, que a diferencia de la gélida nieve es el preludio de la primavera que se avecina. Es la revolución de los almendros. La perfecta sincronización en la eclosión de millones de flores albidas es más que casualidad o milagro, es mucho más. Cientos de millones de células han ido acumulando en secretos relojes biológicos horas de oscuridad y golpes de frío, medidos en milésimas de segundos y centésimas de grados de temperatura. Una vez han alcanzado los niveles necesarios, una profunda reacción en cadena recorre toda la planta para crear la más extraordinaria, efímera y costosa obra de la naturaleza, la flor. Cientos de litros de agua y un alto coste energético provisto por el sol se requerirán para construir en horas estas bellas superestructuras, imposiblesde repetir por el ser humano.Flores diseñadas para ser capaces de atraer y permitir de forma certera el aterrizaje de los polinizadores que se encargarán de intercambiar información para construir una semilla que garantice el futuro de la especie. El fruto supondrá una cámara acorazada, programada para abrirse años más tardes, cuando sean las condiciones favorables para que germinen las semillas. Decenas de millones de almendras intentarán alcanzar ese objetivo no siempre con igual suerte, logrando tan solo unas cuantasprosperar en un nuevo árbol.

Poco a poco la floración progresará hacia el norte, hasta llegar a Cataluña y Baleares por el Este, o a Extremadura por el Oeste, alcanzado allá por abril la Cordillera Cantábrica. Es un manto blanco que se desliza cada año por España, con la debida serenidad para que profundicen las raíces de la concordia y la convivencia, virtudes en las que raras veces reparamos, como tan difícil nos resultapararnos a contemplar un bonito valle de almendros florecidos.

La floración temprana de los almendros este año parece mostrarnos con el pacífico color blanco el camino a seguir esta primavera hacia una armonía necesaria para la prosperidad y el progreso como defensa ante depredadores y plagas que acechan desde oscuros horizontes.

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