¿Defensor? del pueblo andaluz

Publicado: 06/11/2020
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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Andalucía necesita la figura del Defensor del Pueblo, pero la persona que encarne el cargo debe asumir su responsabilidad y dar contenido a la institución
Andalucía cuenta, en teoría, con un Defensor del Pueblo. Maeztu Gregorio de Tejada son sus apellidos. Jesús, su nombre. Ha desempeñado este cargo en diversas ocasiones, también en la actualidad. El miércoles acudió al Pleno del Parlamento andaluz para presentar el informe anual de 2019, ya que, por lo visto, la pandemia había impedido exponerlo antes. Y, una vez más, el Defensor del Pueblo Andaluz se dedicó a solemnizar lo obvio. Puso voz a lo que ya sabemos, pero evitó la crítica que le puede suponer la pérdida del cargo.

En el resumen que la propia institución ha redactado de la intervención del, yo diría, Ofensor del Pueblo, éste habla del riesgo de exclusión, de la existencia de grupos vulnerables, de personas que resistieron la crisis de 2008, pero pueden caer ahora en la pobreza. Sus señorías pudieron escuchar también a Maeztu cuestionar el modelo de atención a las personas mayores e incluso referirse a la Andalucía despoblada. Sobre la situación de la sanidad y de la educación bastaron dos breves párrafos -no se vaya a enfadar alguien-. De puntillas. Eso sí, se ha mostrado partidario de la presencialidad en las aulas, que quede claro.



Además, resulta curioso que utilice siempre la primera persona, salvo cuando se refiere a las denuncias sobre el mal funcionamiento de la atención primaria. Ésas (denuncias), dice, son de la ciudadanía. Está claro que Andalucía necesita la figura del Defensor del Pueblo, pero la persona que encarne el cargo debe asumir su responsabilidad y dar contenido a la institución, creada para la protección de los derechos y las libertades, actuando de manera independiente, con transparencia y objetividad. Maeztu no lo está haciendo. Temerá perder el puesto, obvio como las anotaciones redactadas en su informe.

Es la historia de esta institución. Cuando ha tenido un inquilino que ha intentado ejercer sus funciones, le ha costado el puesto. Chamizo era su apellido y José, su nombre. Mientras no recuperemos un perfil así, seguiremos leyendo informes anuales, redactados con un difícil equilibrio: tratar de reflejar de forma descafeinada los problemas que afectan a los andaluces sin enfadar a los que mandan. 

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