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28/04/2024  

El Loco de la salina

Frutas y dientes ¿qué está pasando?

Muchos cañaíllas me cuentan que es un verdadero milagro llegar a fin de mes por muchos macetones que se pongan en la calle Real

Publicado: 17/12/2023 ·
20:06
· Actualizado: 17/12/2023 · 20:06
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Esto se está poniendo raro. Ya no se puede andar por La Isla sin encontrarse uno con alguna frutería o con algún dentista. Han crecido como los hongos. Una casa sí y la otra también es una frutería o un dentista, odontólogo para los más finos. Cuando me dejan salir del manicomio a dar una vuelta por cualquier rincón de esta ciudad dormitorio, aunque prácticamente sin camas ni hoteles, la boquita se me va quedando abierta de par en par. No he podido contar las fruterías que de un tiempo a esta parte florecen en esta cuna de la sal, aunque no haya salinas, pero deben ser por lo menos unas tres mil y me quedo corto. ¿Qué está pasando? Intentaré explicarlo.

Comencemos por las frutas. Eso de Me gusta la fruta de la Ayuso ha debido prender en el alma de los emprendedores, de modo que a muchos les ha faltado tiempo para abrir una frutería tras otra hasta hacerlas incontables. Lo cual no quiere decir que Sánchez no coma frutas en la Moncloa, porque, como los árbitros de fútbol, nunca se va a dar por aludido y mira que se le dicen cosas merecidas pero poco agradables. Sin embargo, nunca han estado las frutas tan caras como ahora. Se ve que, a la hora de pagar, da bochorno sacar un billete de cincuenta euros, porque el frutero se te queda mirando y diciendo ¿estás de broma? Entre la impresionante subida del aceite y el panorama desolador que tenemos por delante con las frutitas, vamos a tener que volver a comer crudo y al vasito de agua de postre.

Y ¿qué me dicen de los dentistas? Se hacen llamar odontólogos, porque el nombre de dentista (del latín) parece más de batalla, y el de odontólogo (del griego) aparenta ser de más prestigio, lo que hace que el dentista pueda cobrar más por lo mismo. Pasa exactamente igual con tanatorio (del griego) y no usamos mortuorio, con perdón, (del latín), y con otras muchas palabras. Esos cambios del nombre latino al griego hay que pagarlos, aunque al final terminemos por decir dentista como siempre. Ir al odontólogo equivale a ir pensando en diez mil euros para empezar a hablar ¿Qué les pasa a los cañaíllas con las dentaduras? Algo duro deben estar comiendo, porque no se explica que de pronto aparezcan siete mil nuevos dentistas, a no ser que quieran aprovechar la Navidad y nos quieran preparar para meterle mano al turrón duro que cada vez está más duro de comer y de comprar.

Me preguntaron el otro día si yo sabía qué cosa tiene muchos dientes y dos ojos. Como no tenía ni idea, me aclararon que un cocodrilo. Y en seguida me volvieron a preguntar qué es lo que tiene muchos ojos y dos dientes. Me largaron que un autobús del Imserso. No sé cómo el personal tiene ganas de bromas, pero se meten con la tercera edad con demasiada frivolidad sabiendo que la experiencia es un grado y que sin frutas y sin dientes los viejos son muy capaces de llegar a la quinta edad por lo menos. Total, que entre la invasión de fruterías y la multitud de dentistas, La Isla se va quedando en manos de los chinos, que lo mismo te venden unas baratitas frutas de plástico, que unas dentaduras postizas para ir tirando.

Muchos cañaíllas me cuentan que es un verdadero milagro llegar a fin de mes por muchos macetones que se pongan en la calle Real para hacerla más agradable a la vista.

¿Le extraña a usted que el manicomio se esté llenando?

 

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