A las 17.00 horas, se abrían las puertas de San Francisco para despedir a la última de las hermandades que parten desde allí para hacer Estación de Penitencia en la Santa Iglesia Catedral. El cortejo de penitentes, uno de los más numerosos avanzaban lentamente por la Plaza de San Francisco encarando la calle Tinte, mientras el público aguardaba con expectación la salida del Señor, que este año estrena nuevo paso y una túnica de terciopelo rojo bordada en oro. El paso ha sido donado por un grupo de hermanos que todos los meses abonan una cuantía para que su Cristo luzca como se merece por las calles de Cádiz. Un esfuerzo que vale la pena y que se verá recompensado en años sucesivos cuando el paso del Señor vaya cogiendo cuerpo.
Sobre las 17.15 horas ya se dejaba entrever por el dintel de la puerta de la parroquia franciscana la talla del Cristo, esculpida por el imaginero Miguél Láinez Capote. Sin duda, es uno de las rostros más dulces de la Semana Mayor gaditana y de este imaginero, que también fue el encargado de esculpir a Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado (vulgo de Medinaceli) y a Nuestro Padre Jesús del Mayor Dolor de la Hermandad de Sanidad.
Tras el Señor, la Agrupación Musical Virgen de la Oliva, de Vejer de la Frontera, una de las viejas glorias de Cádiz, que durante varios años acompañaba a Nuestro Padre Jesús en su Prendimiento. La formación volvió a hacer muestra de su magnífica calidad, y de la alegría que le suscitaba volver a tocar en la capital. El Señor salió con las marchas A los piés de Sor Ángela y Gitano de Sevilla.
A continuación de la extraordinaria salida de Jesús Caído empezaron a salir los tramos de penitentes que aventajaban a María Santísima de los Desamparados. La Reina de los estudiantes estaba impresionante. En los últimos años ha ganado muchísimo vestida de Reina, aunque sin perder la sencillez de la que siempre ha hecho gala esta Hermandad. Tras el Himno Nacional, la Banda de Música Municipal Maestro Enrique Montero de Chiclana interpretó las composiciones Esperanza Franciscana y Soledad, del Maestro Escobar. Ambas están dedicadas a las dos virgenes que comparten sede canónica ahora con El Caído en San Francisco. Todo un detalle por su parte.
Cabe hacer una mención especial a los hermanos Pepe y Ángel García Cachón, que facilitaron los balcones de su casa para la toma de imágenes y video.
