Si El Puerto de Santa María era conocido como la ciudad de los cien palacios, Sevilla era sin duda la ciudad de los cien conventos, que conformaron la actual trama de la ciudad, a pesar de Mendizábal. En 1171, Sevilla contaba con 66 conventos la mayoría intramuros, de los cuales se preservan 37, convirtiéndola así en la segunda ciudad española después de Toledo con mayor número de ellos. Si le sumamos a los conventos, los templos de la ciudad, la única ciudad europea que nos supera es Roma. Pero centrémonos en esa vida monacal, tras sus puertas se preserva un patrimonio artístico y humano único, una forma de vida que eligen, o los eligen, cerca de mil personas en nuestro país y que cada vez son más los ciudadanos de a pie -incluido el príncipe de Gales- los que quieren vivir esta experiencia por unos días.
Para mi, ha sido esta maldita pandemia la que me ha devuelto el valor del silencio y de la contemplación. Ha sido esta clausura obligatoria la que me ha servido para comprender a mis vecinas del convento de de Santa María, que celebran en este extraño 2020 sus 500 años de vida. Una vida dedicada a los demás, que da como fruto la sonrisa eterna que enmarca sus hábitos, y la promesa de un rezo en sus oraciones. Un regalo que me dan cada vez que me cruzo con ellas, y que sé que cumplen religiosamente.
Será por el fervor desde niña de Santa Ángela de la Cruz a la Virgen de los Reyes, y por tanto trabajo y cariño que dejan en la ciudad, que los sevillanos las consideramos nuestra santa sevillana más cercana. Verlas con sus hábitos de estameña, haga la temperatura que haga, en parejas vigías de enfermas y necesitados, y con el reflejo de la satisfacción del trabajo bien hecho en sus rostros, es reconfortante. La labor de las hermanas de la Cruz es impagable, y los sevillanos, y las otras 46 ciudades que tienen la suerte de tenerlas, siempre estarán en deuda con ellas, aunque ellas ya se sienten bien remuneradas.
Estos días nos hemos enterado de que el Covid se ha colado en la casa donde velaron a Santa Ángela. Los mensajes de ánimo y de cariño no han parado de volar; artículos, dibujo y flores para decirles a las monjas sevillanas que no están solas. Miles de sevillanos daríamos lo que fuera por poder ir a cuidarlas, igual que ellas hicieron con incontables ancianos y enfermos.
Y su colegio, el Ángela Guerrero, un ejemplo a seguir en toda España. Una exquisita educación, llena de grandes valores, solidaridad, respeto, ayuda e igualdad. Ahora, que vuelve la dichosa confrontación educativa, empeñada en atacar a la educación diferenciada, con la excusa de ser una educación exclusiva y elitista, ahora, es momento de que todos aquellos que anteponen sus ideales desinformados a la libertad educativa, se acerquen a ver los magníficos resultados de este centro educativo para niñas. Los sevillanos ya nos echamos a la calle para defenderlo, y volveremos a hacerlo si es necesario.
En Sevilla se ha presentado el programa “conventum” para ayudar a los conventos enseñando su rico patrimonio. En España, la Asociación Contemplare acaba de lanzar un precioso proyecto para ayudar a los monasterios y conventos españoles con venta de sus productos. Una buena forma de ayudar para que ayuden. Una aportación que sin duda se volverá exponencial, y ademas nos llevará a la gloria de los sabores.
Y para nuestras monjas de las Hermanas de la Cruz, sólo les pido un pensamiento, un rezo, un trocito de canción dedicada, que les de alivio y mejoría como tantas veces ellas han hecho con tantos hermanos desconocidos. Vamos a ello: Silencio, se reza.