El tiempo en: Vejer

Escrito en el metro

El grajo blanco

Un día volaba tan alto que no se percató de que se había colocado en el mismo centro de una colonia de buitres

Aquel grajo siempre fue distinto. Desde pequeño era distinguible por tener una gran mancha blanca en su plumaje. Cuando los demás volaban a favor del viento, él lo hacía a barlovento. Cuando los demás decidían emigrar hacia el Norte, el siempre esperaba una semana más para gratificarse con el sol del mediodía. Se resistía a volar bajo y en los días grises ascendía con gran esfuerzo por encima de las nubes porque allí brillaba el sol.Aquel grajo blanco no comprendía porqué si hubiese sido mirlo le hubiesen colmado de alabanzas. Es más, le irritaban los que llamaban grajo a quienes no se aseaban y apestaban. Se apesadumbraba al pensar que de todos los córvidos, su especie era la más denigrada.

Un día volaba tan alto que no se percató de que se había colocado en el mismo centro de una colonia de buitres. Sobrevolaban en armónicas espirales oteando una presa moribunda. Uno de ellos se interesó por la razón de su fatigosa ascensión. Quiero dejar de ser un grajo, le respondió tajante. Y les contó que ya estaba harto de que nadie reparara en aquellas cosas buenas que también hacían los grajos. Armado de paciencia el más anciano de la colonia se dirigió a los suyos arengándoles de que ante sus ojos tenían la muestra de lo que desde antaño ellos tuvieron que superar, que fuesen denostados y llamados carroñeros, cuando cumplían una importante función en la naturaleza. Finalmente conminó al grajo a que volviese a poner los pies en el suelo, que apreciase con orgullo de ser lo que era sin importarle lo que opinasen los demás, que cumpliese su función de construir el más seguro de los nidos y que se sintiese libre aunque se limitase a caminar o volar rasante cuando los días fuesen gélidos.

El sabio buitre sentenció que en el tablero de ajedrez de la vida no hay peor jugada que cuando un alfil se comporta como una reina o una torre quiere comer como un peón. Las cortas alas de los grajos no le permiten volar alto cuando el aire es tan frío que aplasta a las corrientes cálidas que le ayudan a alzarse. Si hoy ve un grajo, aunque sea blanco, recuerde que el refranero nunca se equivoca, si el grajo vuela bajo es que hace un frío espeluznante, por no decir otra cosa.

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