Así, la frontera con La Línea de la Concepción fue cortada automáticamente, la terminal fue evacuada de todo el personal y usuarios, y el tráfico rodado fue cortado evidentemente. Esta situación provocó grandes atascos una vez más tanto en el interior del Peñón como en la avenida Príncipe de Asturias de vehículos que se quedaron colapsados. Curiosamente, y como ya ha pasado otras veces, el equipo de artificieros gibralteros explosionó la maleta y sólo encontró en su interior ropa; además, a los pocos minutos ya apareció su dueño.
En principio, esta situación que se repite con demasiada frecuencia ya en Gibraltar parece demasiado exagerada pero según los protocolos de actuación de las autoridades gibraltareñas, que hay que recordar que son los mismos que el Reino Unido y diferentes a los de España, exigen esta actuación tan drástica. En la mente de todos se encuentran situaciones como vividas tanto en Madrid como en Londres con los atentados del 11-M y 7-J.
No obstante, el perjuicio que ocasiona estas drásticas medidas de precaución vuelven a ser evidentes tanto para los ciudadanos del Peñón como los del Campo de Gibraltar. De nuevo las interminables colas asoman a la entrada y salida de la frontera con la mala imagen que eso proporciona para la zona. En este sentido, es bueno recordar que una de las causas que se le señala a la falta de rentabilidad de los vuelos entre Gibraltar y Madrid o Barcelona es la poca fiabilidad que ofrece las vías de comunicación con el aeropuerto. Los atascos a la entrada de la verja ahuyentan a los posibles usuarios de estas rutas aéreas que prefieren antes viajar al aeropuerto de Málaga.