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Jaén

“Busco que mi pintura no sea una fotografía, sino algo más bonito”

En Cultura VIVA, el músico y acuarelista Pedro Pablo Garrido, baterista de la banda Rockin’ Shakers (neo rockabilly)

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  • Pedro Pablo Garrido. -

La música llegó a su vida en plena adolescencia, teniendo como ‘maestro’ en casa a un hermano al que le hacía falta entonces un baterista. Empezó a tocar y a pesar de que en su vida musical ha habido años de inactividad, hoy es un baterista que sigue demostrando en los escenarios la misma energía e ilusión que el primer día. También en la pintura, desde hace diez años, como experto acuarelista con obras vivas y llenas de luz.

Pedro Pablo Garrido (San Sebastián, 1976) está afincado en Jaén desde hace cuatro décadas y ha vivido la actividad musical de la capital desde joven. “A mi hermano Ángel, contrabajista de Los Arrabaleros, le hacía falta un baterista y me tocó serlo con 15 años. He sido autodidacta. Decidí aprender porque tenía ganas y lo recomiendo a todo el que le llame la música. Tiene que intentarlo. A mi me llamó el tipo de música y lo que me permitía, que era salir y conocer a gente. La música fue un buen conductor para lo que buscaba en esa época, que no era más que divertirme”, reconoce.

Y así sigue siendo. “Nunca he vivido de la música. Ha sido un hobby, pero siempre mantengo la misma energía que al inicio. El día que no me divierta, lo dejaré”, reconoce. Su carrera musical como baterista arrancó en la banda ‘Cotton Blues’. Tras un parón de más de un lustro, recuperó las ganas y volvió con la banda indie ‘Inlays’. Luego llegó Lackanellys, con la que tocó durante un año. Incluso sacaron un disco, pero no vio la luz.

Ahora está inmerso en la banda Rockin’ Shakers, con la que desde octubre de 2018 hace neo rockabilly. Él como baterista, junto a una cantante, un guitarrista y un contrabajista, son cuatro músicos que llevan conocidas versiones a su terreno. “Queremos trabajar temas propios, grabarlos y tenerlos como carta de presentación. Buscamos definirnos como banda”, apunta.

Siempre ha estado vinculado al rock and roll, al rockabilly y ahora se lanza a sonidos más fuertes. “En Jaén, es un género muy asentado, que gusta. El Festival Alligator Rockin tiene mucho que ver en esto. Es una música con fuerza, que te permite estar en el escenario despreocupado y divirtiéndote. Más que mostrar lo que sé, en el escenario siempre busco divertirme y disfrutar. Este género me lo permite”, reconoce.

Es de esos bateristas que no ocultan lo que la música le provoca. “Se me nota la energía en el escenario. Demuestro fuertemente lo que me hace sentir lo que toco. Disfruto mucho a la batería”, apunta. La banda tiene cerrada una actuación en el Cold River de Los Villares, el 18 de abril, además de en la capital, en espacios como La Fábrica del Arte, donde ya han sonado antes. Todo está pendiente de la situación de Estado de Alarma por la emergencia sanitaria del Covid-19.

La banda quiere traspasar las fronteras de la provincia, tocar por España y Europa. “Nunca he considerado que hacerlo desde Jaén sea más difícil. Tenemos muchos medios para hacerlo. Jaén, musicalmente, es grande. Hay mucho talento, gente que se quiere dedicar a la música y otros que están viviendo de ella. Hay mucha variedad, estilos y fusiones musicales”, agradece. Está inmerso en un nuevo proyecto musical, ahora de blues, como en sus inicios. “Aún no tenemos nombre. Llevamos tres ensayos y estamos probando. Nuevo proyecto, nueva ilusión,sin mirar en qué va a acabar”, reconoce.  

Lo que sí mira es su acuarela cuando la ha termina. Desde hace diez años vive de su s obras, acuarelas donde lo figurativo y lo urbano se funden con la luz pictórica que le caracteriza. “Intento que mi pintura no sea una fotografía, sino algo más bonito. Mi acuarela está llena de luz. Siempre me pareció una técnica mágica. Jaén tiene una luz natural diferente, siempre cálida”, dice.

En su acuarela se aprecian contrastes, colores, monumentos y gente en movimiento. “Música y pintura me provocan sensaciones parecidas. En el escenario, las dos primeras canciones lo paso mal, por los nervios, pero luego no quiero que el concierto acabe. Al pintar, estoy solo. No sé cómo va a acabar lo que empiezo. Una vez terminada la acuarela, la miro durante más tiempo que el que he ocupado en hacerla”, termina.

Sus acuarelas se ven en bares del centro, donde se pueden adquirir (Montana y La Espuela) y está preparando una exposición para mostrar obras que muestran su evolución como acuarelista.

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